En primer lugar, agradezco su sinceridad y confianza, pero debo señalar que, si bien es cierto, he gerenciado una empresa de transporte, en la actualidad mi conocimiento del sector es genérico y solo en el ámbito territorial de la UE en general y de España en particular.
Por otro lado, no dispongo de información acerca del subsector donde se mueve (transporte de mercancías, de viajeros, aéreo, público o privado… ), del puesto que disfruta en el organigrama funcional, ni de otros aspectos organizativos que hubieran ayudado a centrar mi opinión, por lo que ésta cabalgará con prudencia, tocando sólo los aspectos ecuménicos que estimo se pueden aplicar a su consulta.
Dice que lleva unos años haciendo las tareas bien, con alegría y con ganas, en una corporación del sector del Transporte. ¡Enhorabuena!, porque tengo entendido que es un marco empresarial duro y en plena reconversión. A nivel macroeconómico, desde siempre ha existido una discordancia entre las políticas de transporte acomodadas en España y los objetivos de la UE. Las infraestructuras se han dibujado con disposición circular o radial, se coordinan de forma centralizada, etc.
En un informe del Centro de Estudios del Transporte para el Mediterráneo Occidental (CETMO) leía que
un sector del transporte fuerte, abierto y competitivo puede ser un instrumento clave para evitar que España se convierta en un mero destino turístico, para retener la actividad económica y generar otras nuevas en una Europa que tiende a tornarse importadora de las mercancías producidas en terceros países, especialmente en China y extremo Oriente. Para que, en suma, España pueda aprovechar sus bazas como plataforma logística internacional.
Es decir, es un sector muy estratégico para nuestro presente y futuro económico. ¡Está de suerte!
Precisamente, el mar embravecido en el que se encuentra ese tejido productivo, con esos tiburones, presuntamente monopolizadores, a los que hace referencia, es parte de la secuela inicial de esa sensible travesía que le queda por recorrer al sector, al menos en España.
Me desconciertan los sinónimos del concepto “monopolio” que utiliza varias veces en su e.mail; pero, caso que sea así, confío en que instrumentos de ajustes como el, eso sí, “descafeinado” Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT), la ansiada descentralización, el perentorio avance en la intermodalidad (con matrimonios como carretera-ferrovial), la necesaria sostenibilidad del sistema económico y social, etc. destierren ese concepto y posibiliten la competencia leal, la eficacia, el buen clima laboral y, por supuesto, la rentabilidad.
Y si las herramientas anteriores no funcionan, existe otra que tiene muchas posibilidades de ser efectiva: El Cliente al que usted hace referencia y que, en mi opinión, es el que va empujando al sector hacia ese necesario cambio o evolución a un estadio comercial más competitivo y eficaz.
Quizás, aquí observará que no coincido con usted, pero pienso que si algo bueno tiene este marco de globalidad en el que estamos inmersos es la necesidad de ofrecer un servicio de calidad a un precio competitivo. Si la Administración Pública legisla y supervisa y el resto de las instituciones (organizaciones empresariales, sindicatos, observatorios económicos, organizaciones de consumidores, etc.) hacen bien su trabajo, quiero pensar que más temprano que tarde y de forma dinámica, el Mercado se va reordenando por el empuje del que paga, el Cliente, aunque, a veces y en el corto plazo, pueda parecer lo contrario.
En referencia al sensible tema de los efectos colaterales que sufre el colectivo de trabajadores de estas empresas en reconversión, estudios realizados por el propio sector recogen que corporaciones de transportes con buenos niveles de satisfacción de los clientes, tienen también buenos niveles en cuanto empleados satisfechos y fieles, excelentes medidas en rendimiento y eficacia. Factores como la motivación y la satisfacción personal por el trabajo bien hecho, deben ser una realidad y no una mera ilusión dibujada sólo en los Manuales de Calidad y en las Certificaciones en Responsabilidad Social.
Asimismo, es necesario considerar a las personas como tales en lugar de considerarlas como medios, recursos o herramientas de trabajo (leído en Modelos para implantar la mejora continua en la gestión de empresas de transporte por carretera, SGC, del Ministerio de Fomento).
Finalmente, sugiero que por los cauces adecuados, que sólo usted conoce, transmita sus inquietudes organizativas y opiniones a la dirección. Estoy seguro que en su gran empresa hay personas proactivas que necesitan escucharle y que se sentirán felices de disponer de colaboradores como usted. ¿Qué tiene que perder? NADA, puesto que en el peor de los casos, que lo despidan, por ejemplo, créame que no le interesa para nada esa organización y, seguramente, habrá otra empresa que necesite de sus servicios y, sobre todo, de su actitud, lealtad y ganas de sumar. Ánimo.
(Formato de texto modificado posteriormente. Fuente de la imagen: sxc.hu).