lunes, 22 de diciembre de 2008

¿Alegrarme?

Buenos días. Te dejo unas instantáneas de mi trote dominical por la playa, a lo Footing meditabundo, con mi camiseta de Tenerife, adquirida en mayo de 1995, en el viaje a la isla (ver post Arbor Draconis). He bajado algunos gramos, pero todavía queda recorrido para conseguir lo prometido en ¿Compromiso superficial?. Estoy en ello, aunque los roscos de vino “El Cid” de estas fiestas, a base de harina de trigo, azúcar, manteca de cerdo, vino Málaga, cacahuete, matalahuga y clavillo, no ayudan, y eso que no soy muy dulcero. El caso es que el correteo mañanero también me sirvió ayer, para ordenar y limpiar algunos de los recovecos, retretes y otros excusados de mi cabeza, que se habían alterado y tiznado, consecuencia de varias indicaciones, exultaciones y arrebatos, recibidos a lo largo de la semana pasada, en referencia a la actuación de los vigilantes del cumplimiento de la Legalidad, y lo que llegará en los próximos meses, contra presuntos defraudadores de impuestos, presuntos ladrones, presuntos tramposos, presuntos pandilleros y presuntos don nadie. Si se demuestran las amonestaciones, quejas, reprobaciones y murmullos, más que empresarios, gerentes de organismos o representantes de instituciones, habría que llamarles advenedizos y temporeros que, en beneficio propio o de reducidas catervas, presuntamente mafiosas, han atizado esta gran llamarada que ahora nos quema a todos.

Puede que exista hasta un Club de Damnificados de esos, secretamente señalados, “ordinarios y vulgares” de la vida económica y social, consecuencia de sus reprobables actuaciones empresariales, olorosos laudos institucionales y trapicheos de puerta trasera. A los que están en la cúspide de esa pirámide de asimetrías, Joaquín Estefanía (El País), los llama Golfos apandadores. En la base, es decir en las provincias y localidades, habita la escoria, que presuntamente unta o es untada, dependiendo del papel o puesto, mediante furtivos agasajos de gruesos sobres de bin laden, relojes de oro, motos, coches, viajes, casas, diverso y caro ajuar y otras prebendas y favores. Listos cantamañanas que manipularon y perjudicaron a personas, empresas y organismos honrados, con sus actos y enredos. Algunos miembros de ese club de víctimas de las sabandijas, ahora te llaman y piensas que estás feliz y revolcándote de satisfacción, por las noticias frescas y los rumores de que la limpieza va a ir más allá. Pero el esfuerzo del ejercicio físico y el susurro de las olas del mar, me recolocó los sentimientos, creencias y ética en su sitio, procurando reducir las debilidades a su mínima expresión. Concluí que no siento alegría, tal vez, tristeza.

En cuanto a la actividad actual de estos “intachables”, al ser rumores e información que circula en mentideros, aunque sean de buena tinta (espero que la Justicia sí disponga de datos objetivos), tienes la congoja de no poder advertir formalmente a terceras respetadas personas e instituciones, de que no entren en ese juego y queden atrapadas en la miserable red de intrigas, trampas, conversaciones grabadas, conjuraciones, vendettas, maquinaciones y constelaciones familiares y empresariales. Sólo te queda evitar las relaciones institucionales y cualquier actividad empresarial o social, rezando para que, por ejemplo, anulen la asistencia a tal o cual encuentro o reunión, a la que esas terceras personas de buena fe te han invitado o comprometido, creyendo que te hacen un favor o porque, simplemente, necesitan tu asesoramiento. Tal vez, este párrafo que ahora termino, haya sido estimulado por mi subconsciente, a modo de lánguido y disimulado aviso o sugestión para que pongan tierra de por medio lo antes posible. Una curiosa llamada hasta me ha pronosticado que dentro de un tiempo tendré ese puesto, al que hace años me promovieron respetadas personas y que fue ocupado por un presunto miembro de una de esas cuadrillas. 

Amigo, lo pasado, pasado está. No registro rencor. Incluso, me gustaría no tener o haber tenido, esa relativa razón con la que esos agraviados del club, ahora te visten. Sí, estar equivocado. Preferiría que el affaire de Madoff no fuera verdad, desearía que… Iluso de mí. Otro interlocutor de confianza, después de charlar un rato por teléfono, me convenció de que deberíamos encontrarnos moderadamente felices, porque no todo huele a podrido en esta Vida y que lo que está sucediendo puede propiciar un gran cambio filosófico, diríamos. Quizás. No sé. Le pediría a los Reyes Magos de Oriente que la Política honrada, la Justicia honrada, el Estado honrado, el Tejido Económico y Social honrado… todas las personas honradas de este país, caminen en una única dirección: la dignificación de su ámbito institucional, sectorial, territorial y social de actuación. Falta hace y el tiempo que resta para entrar en el túnel de una involución de impredecibles consecuencias, en las que esos energúmenos seguirían beneficiándose, alentando el extremismo antisistema (ver post Desconfianza y Responsabilidad), se está acabando. Vale la pena intentarlo, por el futuro de nuestra descendencia. Hoy, veintidós de diciembre de dos mil ocho, que la Suerte te acompañe, pero piensa que no sólo existe el Gordo Económico de la Lotería, también hay otros Gordos en el Camino: La Felicidad, la Salud, la Amistad Sincera... la Vida Misma.