martes, 6 de junio de 2006

Imprudencia temeraria

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
He visualizado los medios digitales y he leído la presunta estafa de dos entidades filatélicas. De nuevo me he acordado de mi profesor, D. Manuel De Haro Solano, nacido en Ronda, alto ejecutivo del Banco de Bilbao, Censor Jurado de Cuentas, Doctor en Ciencias Económicas y profesor titular de la asignatura Dirección Financiera de quinto de Empresariales. Veinticinco trabajos de análisis de la actualidad nos hizo redactar este buen hombre en su asignatura (gracias a mi compañera de grupo por el exquisito y laborioso trabajo de documentación). Uno de los estudios estaba relacionado indirectamente con la indefensión de los pequeños inversionistas ante las bolsas de fraude y corrupción. Sus clases eran prácticas, duras y metálicas (tenía que hablar con un micrófono especial cerca de su garganta) Sirva este post como tributo a tu memoria, Manuel. 

También he refrescado el curso sobre “Productividad y Crecimiento Económico", organizado por la Fundación de Cajas de Ahorros y dirigido por D. Victorio Valle, impartido en Málaga en septiembre del año pasado. En específico, una ponencia sobre las nuevas entidades de financiación “on line” y los presuntos riesgos que podía correr el pequeño inversor. A una pregunta concreta de una participante, el ponente respondió que, ante la duda, invirtamos sólo la cantidad económica que, a unas malas, nos pueda devolver el Fondo de Garantía que la Administración dispone para estos menesteres. Finalmente, he tenido presente algunos de los últimos e importantes fiascos financieros a inversores y consumidores que salieron a la luz pública (Gescartera, Opening, etc.).

Donald D. Rugg (reconocido experto en fondos de inversión y otros productos financieros), nos decía ya en el año 1986 que existen nueve razones principales por las cuales los inversores, y en especial los pequeños, toman con frecuencia decisiones imprudentes: 1. no logran desarrollar una estrategia acertada; 2. asumen riesgos excesivos o insuficientes; 3. hacen una mala selección de sus inversiones; 4. no escogen el momento oportuno para actuar; 5. la diversificación de sus inversiones no es adecuada; 6. pagan altos costes de transacción; 7. tienen malos asesores; 8. no logran controlar sus emociones, en especial la avaricia y el temor; 9. pagan demasiados impuestos. Casi veinte años después, la mayoría de estas razones siguen estando de rabiosa actualidad. El pequeño y típico inversor no dispone de los conocimientos, el tiempo o el deseo necesarios para evitar caer en tales errores. 

Mi tía, mi hermano, mi suegra, mi cuñado, etc. tiene unos ahorrillos y se cree la historia de la multiplicación de los panes y los peces y del rédito fácil que he contado (o chantajeo emocionalmente a mis personas mayores). Yo, el sabelotodo aprendiz de financiero (o de economista, o de administrativo, o de mando intermedio, mercantil, etc.) en mi ámbito social de actuación administro o asesoro colateralmente, sin responsabilidad y sin preparación (o con una cara muy dura), ingentes capitales; ésta puede ser una de las muchas formas de iniciar la historia piramidal. Y ahí tenemos a esa tremenda bolsa de presuntos estafados ¿más de 400.000? ¿tantos sellos había?, ¿cubre el Fondo de Garantía esta situación? La historia puede repetirse una vez más (y en este caso sería gescartera multiplicado por diez). Las finanzas también tienen sus ciclos en su cara oscura ¡cuánta razón tenías Manuel! Textto basado en "Decisiones imprudentes"[1] (Formato de texto cambiado posteriormente. Fuente de la imagen. sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Decisiones imprudentes. 2006. Sitio visitado el 06/06/2006.