lunes, 14 de abril de 2025

El Impulso Final: Superando el Síndrome del Impostor

Fuente de la imagen: El síndrome de la impostora. Sitio book—post (M. Velasco, 2021)
El eco de las conversaciones y el bullicio estudiantil llenaban el amplio patio central de la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga, un espacio que tantas veces había transitado como estudiante de máster y que ahora me recibía en mi rol de docente. Fue allí, entre el ir y venir de la comunidad universitaria, donde la casualidad me brindó la oportunidad de saludar y conversar con Pedro, un rostro conocido con el que no hablaba desde 2018. A su pregunta sobre cómo me iba en la vida, compartí con entusiasmo la incursión en la docencia universitaria bajo la figura de profesorado sustituto interino (PSI). Le transmití la profunda satisfacción que me generaba esta experiencia en una universidad pública, escenario que hasta hace poco me resultaba casi utópico. Recordé cómo, a pesar de los comentarios alentadores de mi entorno profesional y personal, quienes veían en mí las capacidades necesarias, una sombra de duda me había acompañado durante años, pensando que la no terminación del doctorado en empresa y escasas publicaciones científicas me cerraba las puertas de la universidad pública, a pesar de contar con diversas especialidades universitarias en empresariales, economía y derecho, así como una trayectoria supuestamente consolidada en el ámbito empresarial, institucional y profesional, junto a artículos publicados en revistas especializadas y algún que otro libro técnico editado. Creo que, sin ser consciente entonces, navegaba en las aguas del conocido “síndrome del impostor”, esa sensación persistente de no merecer los logros. Fue la intervención providencial de Benjamín, compañero de aquellos años de mi primer programa de doctorado, quien, con su ánimo y confianza, me impulsó a presentar solicitud a las bolsas PSI de la Universidad de Málaga (Muchas Gracias, Benjamín). Con una dosis escasa de fe en mis posibilidades, pero siguiendo su consejo, aboné las tasas correspondientes. Poco tiempo después, una llamada inesperada me ofreció una sustitución en el departamento de Derecho Público de la UMA, confiando en mí su entonces directora del departamento y hoy Decana de la Facultad, Isabel (Muchas Gracias, Isabel). Y así, casi por sorpresa, se abrió ante mí un camino que hoy recorro con pasión, disfrutando cada instante de la enriquecedora labor de compartir conocimiento en la misma universidad en la que realicé mis primeros estudios universitarios. 

Aquella orientación de Benjamín fue, sin duda, un recordatorio de que, a veces, la confianza de otra persona es el empujón que necesitamos para atrevernos a explorar horizontes que erróneamente creíamos inalcanzables. Te cuento lo anterior porque también en el fin de semana he estado rehojeando el libro de E. Cadoche y A. de Montarlot (2020)[1], El “síndrome de la impostora” (M. Velasco, 2021)[2], donde las autoras se adentran en una cuestión crucial que afecta a un gran número de mujeres: la persistente falta de autoconfianza a pesar de sus logros y capacidades. Las autoras nos invitan a reflexionar sobre las arraigadas dinámicas de género que se manifiestan desde la infancia, evidenciando cómo las niñas a menudo internalizan dudas sobre su preparación académica, mientras que los niños tienden a externalizar el fracaso atribuyéndolo a factores externos. Esta disparidad en la percepción de la propia valía se perpetúa en la edad adulta, donde, a pesar de obtener mejores resultados académicos, muchas mujeres luchan contra una profunda inseguridad que impacta significativamente en su desarrollo profesional. Cadoche y Montarlot exploran la prevalencia de este fenómeno, que se caracteriza por una constante duda sobre el propio potencial y la creencia de que los éxitos alcanzados son fruto de la suerte o el engaño, en lugar de reconocer el propio talento y esfuerzo. A través de un análisis sutil, profundiza en las causas psicológicas subyacentes a esta falta de autoestima, desvelando cómo factores sociales y culturales contribuyen a su arraigo. Una de las revelaciones más significativas de "El síndrome de la impostora" es constatar que incluso mujeres que han alcanzado la cima en sus respectivos campos, como Michelle Obama, Angela Merkel o Margaret Atwood, han experimentado estas mismas dudas e inseguridades. Al compartir estas experiencias, el libro desmitifica la perfección y normaliza la lucha interna contra el autodesprecio, ofreciendo una perspectiva esperanzadora y empática. Lejos de ser únicamente un diagnóstico, la obra de Cadoche y de Montarlot se erige como una guía práctica para aprender a cultivar la autoconfianza y desarrollar la seguridad necesaria para alcanzar el éxito tanto en la vida profesional como personal[3]. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Cadoche, Elisabeth; Montarlot, Anne (2020). El síndrome de la impostora. Ediciones Península.
[2] Velasco-Carretero, Manuel (2021). El síndrome de la impostora. Sitio book—post. Visitado el 14/04/2025.
[3] A través de sus páginas, se encuentran herramientas y estrategias concretas para desafiar sus pensamientos autocríticos, reconocer su valía intrínseca y apropiarse de sus logros, liberándose así de las cadenas del síndrome de la impostora y abrazando su pleno potencial.