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A la vista, Finca Ernite presenta un intenso color cereza que anticipa la concentración y madurez que encontramos en boca. Su aroma, una explosión de frutos negros maduros con notas especiadas y toques de higo, invita a descubrir un universo de sensaciones. En boca, es un vino potente y estructurado, con taninos suaves que aportan equilibrio y persistencia. Pero Finca Ernite es mucho más que un vino. Explicó Suárez que el seudónimo esconde una historia fascinante que nos remonta a los orígenes de Bodegas Quitapenas, ya que la finca Ernite, que dio nombre a este vino, perteneció al fundador de la bodega y tuvo que ser abandonada a finales del siglo XIX debido a la plaga de filoxera. Por lo anterior, el apelativo no sólo es un homenaje a las raíces de la bodega, sino que también mantiene viva la memoria de la familia Suárez, quienes originalmente poseían la finca. Al mismo tiempo, Ernite hace referencia a un mineral apreciado en joyería por su similitud con los cristales utilizados en alta bisutería. Este detalle no es casual, ya que la etiqueta de la botella presenta un diamante, distintivo que simboliza el valor y la exclusividad de este vino[2]. Fuente de la imagen: mvc.
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2024). Ilustrándome acerca de cómo se hace el vino de Málaga. Sitio visitado el 12/10/2024.
[2] Parte de este texto también se ha editado en el sitio vinopost, bajo el título “Tinto Finca Ernite”.