Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Por lo demás, me anoté en la agenda "bichear" textos como el que he rehojeado en el fin de semana pasado, de Álex Grijelmo, “La Punta de la Lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el Diccionario”[1], que me regalaron en 2005, cuando estaba de adjunto a la dirección de una corporación inmobiliaria[2]. Me he acordado de La Punta de la Lengua, porque recoge una colección de textos periodísticos y vicios de redacción comentados que, escribe el autor en la introducción, invitan a reflexionar sobre el poder manipulador del idioma y sobre la herencia cultural que estamos perdiendo cada vez que desaparece una palabra o cuando la transformamos hasta anularla.
Recordaba con claridad el capítulo dedicado a los “administrativismos” que, según Alex, solo sirven para levantar barreras entre los administradores y los administrados. El “potencialmente riesgoso”, los “equipos unipersonales” o el “PK 44”. Por ejemplo, utilizo mucho el “adjunto te envío”, comentándome Grijelmo que si lo escribo de esa forma, el adjetivo “adjunto” pasa a ejercer la función de adverbio, puesto que no complementa al nombre[3], sino al verbo[4]. Así que cuando se responde “adjunto te envío el certificado…”, la divergencia se desboca[5]. Parte de este texto se ha editado en el sitio book—post, bajo el título “La Punta de la Lengua”. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Grijelmo, Álex. La Punta de la Lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el Diccionario. Ed. Santillana. 2005.
[2] Mirador, del entorno de Aifos.
[3] Informe adjunto, certificado adjunto…
[4] Enviar adjunto.
[5] Al no coincidir ni siquiera ni el número ni el género.