viernes, 4 de febrero de 2022

Lo que suma es el respeto, la mentalidad y el valor

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
En el texto ¡Esos cabellos blancos...[1] te escribía sobre canas, las mías, que fueron repartidas por toda la testa. Me decía mi madre que eso era garantía de una cabeza con cabello. Mi peluquero, cada vez que voy a cortarme el pelo al uno, me dice dos cosas: que no me pele tan corto porque me alejaré del parecido a George Clooney[2] (me llegaron a apodar “el Cluny” a lo basto, en alusión a "Yoorss"), y que me eche un tinte para quitarme las canas. Ni lo uno ni lo otro. Quizás es porque estoy acostumbrado a ese color y desde que nací tengo poca frondosidad. De todas formas, sobre gustos no hay nada escrito y el que prefiera parecer más joven, cubriendo sus canas, pues que lo haga, pero que no sea de un modo excesivo e innegable ¡Que no se le vea el plumero!

Pienso que lo importante no es detener la edad, sino convivir con ella, caminar con ella, madurar a fin de cuentas, aprendiendo, sintiendo, disfrutando del santuario de tu cuerpo, viviendo al máximo. Refresco lo anterior porque ando en mi década de los cincuenta, conocida psicológicamente como la juventud de la madurez o donde comienza realmente la felicidad, si bien existen otras denominaciones menos afortunadas como “la crisis de los cincuenta”. Ya desde que estaba en la década anterior, la de los cuarenta, de vez en cuando, en reuniones profesionales, escuchaba comentarios del tipo “A ver qué tiene que decir el que está peinando canas” y no sabía su significado, si como respeto hacia mi perfil o como ironía o desprecio, pero, en ambos casos, me lo tomaba en modo displicente.

Sin embargo, salvo alguna que otra expresión pronunciada por el presunto emprendedor encasillado en la edad del “qué guapo soy y qué tipo tengo”, en estos últimos años esas observaciones hacia las canas o la edad, han sido la excepción a la regla, sintiéndome muy integrado en equipos creados ad hoc para diversos proyectos, donde coexisten edades desde 25 a 69. Parafraseando o "tuneando" el slogan del anuncio de la marca de aguas[3], tiendo a pensar que, al menos en sectores como la formación, la tecnología o la consultoría, deja de ser negativo los años que atesores y suma el valor que verdaderamente aportas al proyecto en el que colaboras, junto al respeto y la mentalidad del equipo en el que estás integrado. Te dejo una foto de mi cabeza canosa. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. ¡Esos cabellos blancos... 2007. Sitio visitado el 04/02/2022.
[2] Velasco Carretero, Manuel. De “niño perdío” a “er solucionador” 2021. Sitio visitado el 04/02/2022.
[3] No pesan los años, sino los kilos.