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A principios de este siglo, en relación al trapicheo de ciertas entidades vinícolas con los vinos que elaboraban, la calificación ante la Denominación de Origen y otros contubernios laborales y fiscales, me dijo Paco que esas empresas no eran "bodegas", sino más bien "negociantes"[1]. La semana pasada me acordé de esa reflexión cuando en varios medios de comunicación leía y escuchaba que el presidente de AC Hoteles[2], volvió a incidir y criticar el enfoque de la clase empresarial española, diciendo obviedades como que sus compañeros no eran empresarios, sino negociantes, para los que vale todo con tal de conseguir sus objetivos. ¡A buenas horas mangas verdes![3] Aunque también se podría expresar: ¡Más vale tarde si la dicha es buena! En mi caso, quiero creer en la sinceridad de las palabras del Sr. Catalá, valiente al decir que las organizaciones empresariales no le representan[4].
También quiero creer que los comentarios de Catalá son mensajes, indicios, luces… de que algo está cambiando en el mundo de los negocios. Hace más de diez años, hojeaba por primera vez el trabajo de Thomas Malone, The Future of Work: How the New Order of Business Will Shape Your Organization, Your Management Style, and Your Life[5], que traducido con mi ingles de los Montes de Málaga es algo así como: “El futuro del trabajo: cómo el nuevo orden en los negocios formará la organización, el estilo de gestión y nuestra vida misma”. Las palabras de Antonio han propiciado que el fin de semana pasado volviera a re-hojear el libro, constatando que Malone creía detectar una correspondencia entre el avance de la civilización y las heterogéneas fases por las que ha caminado el mundo empresarial. Me centro esta mañana en el capítulo donde el autor aboga por un tránsito del “ordeno y vigilo” al “coordino y cultivo”.
Coordinar en el sentido de organizar la actividad de forma que la empresa se mueva, con independencia de que el gerente, empresario, ejecutivo, se encuentre al frente o no del proyecto, independientemente de la preceptiva verificación. Cultivar en la línea de centrarse en los colaboradores y colaboradoras que ejecutan las distintas actividades, procesos y tareas, extrayendo lo mejor de sí mismos mediante justas técnicas de acción, motivación, evaluación y liberación. Y es que no dudando de la efectividad del ordeno y mando para los bolsillos de unos cuantos (basta ver la lista Forbes), en los trasnochados modelos que critica Catalá, donde la bota de hierro se clava en el pescuezo de los “esclavos del nuevo milenio”, se está a años luz de aprovechar el verdadero potencial de inteligencia, innovación y creatividad de los trabajadores y trabajadoras.
Termino con las propuestas de Thomas. Primero, fructificar las predisposiciones oriundas o "de fábrica" de los colaboradores, demostrándoles cómo los procesos empresariales, en el peor de los casos, indemnizarán parte de sus propios objetivos personales. En segundo lugar, permitir el florecimiento colectivo e individual a través de la experimentación, reforzando aquellos experimentos que funcionan y alentando a los líderes de aquellos otros ensayos que no han fructificado. En tercer lugar, propiciar lo que llama “polinización cruzada”, es decir, favorecer la circulación de la información y el conocimiento. Finalmente, no penalizar la improvisación, estando preparado para los riesgos que ese enfoque conlleva. (Fuente de la imagen: pixabay).
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[1] Lo que entendí fue más bien "trapicheantes".
[2] Antonio Catalá, en una entrevista concedida.
[3] Por no hablar de presunta hipocresía, fingimiento o incluso astucia.
[4]Espero que al lanzarse a esa piscina, haya guardado la ropa, porque el agua está bastante “enlobbyada” (de lobby) e interesada en mantener su statu quo.
[5] Malone, Thomas. The Future of Work: How the New Order of Business Will Shape Your Organization, Your Management Style, and Your Life. Editorial Harvard Business School Press. 2004.