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Hasta bien entrada la tarde estuve con ese perfil de emprendedor que tanto necesita el tejido económico y social de mi ámbito territorial de actuación. Hace poco más de dos décadas, dejó su puesto en una decente empresa de determinado sector y se lanzó a esto de la tecnología e Internet. Era su oportunidad. Y bien que lo fue. Fomentó la innovación, el cambio, en su ámbito de actuación. Incluso dio el salto al otro lado del charco. Aparentemente, todo marcha viento en popa.
Sin embargo, detecté cierta complacencia o condescendencia consigo mismo, que me permitió comparar dos caracteres de emprendimiento distintos, como si ya no fuera el emprendedor que fue hace veinte años. Ahora se resignaba a aceptar los ratings a corto plazo (nada despreciables, por otra parte), pero que no tienen por qué implicar signos evidentes de buen gobierno. Sin ser consciente, cabe preguntarse si se está durmiendo en los laureles.
En primer lugar, debería reflexionar acerca de la dirección, no de su empresa, sino de sí mismo, puesto que sus pensamientos, sus creencias y sus valores son el combustible que propulsa sus acciones. Igualmente, debe meditar sobre la gestión de sus relaciones, sin miedo a evitar el conflicto y participando activamente en la política relacional de su grupo empresarial. Finalmente, y no menos importante, dirigir su propio equipo, incorporando savia nueva que regenere y rejuvenezca, como garantía de pervivencia a medio/largo plazo (Fuente de la imagen: pixabay).