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"Da la impresión de que la honorabilidad existe al margen de las acciones. Es un concepto de clase, como el de ser de familia bien, algo intrínseco. Y esos lugares comunes los usan incluso los que deberían luchar contra ello". O sea, que los corruptos españoles se dejan la piel en el pellejo de la honorabilidad. Más bien, poco honorable, diría. En el post “Honorabilidad”[3] reflexionaba sobre el significado del honor en una determinada actividad profesional, confesándote que no me satisfacía la definición del diccionario, compensándome más la definición del adjetivo honorable, es decir, honrado y que merece el respeto o estima de sus semejantes. Obviamente, los comportamientos deshonestos o imprudentes se encuentran en las antípodas de lo distinguido, digno o noble.
Pero parafraseando el texto, tampoco consiste en que el político cumpla exclusivamente con el ordenamiento jurídico que le es aplicable, sea éste legal o costumbre, sino algo más, puesto que “la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo”. Es un sentimiento ligado a un tránsito por el camino, sea éste profesional, institucional o político, sujeto a una ética y moralidad por encima, digamos, de la media de la sociedad, indicador que desgraciadamente se encuentra por debajo de los mínimos legales; basta mirar la trayectoria de algunos de nuestros representantes legales. A continuación te dejo para este fin de semana la película “Con su misma Arma” (Slightly Honorable, "Poco honorable" 1940)[4] (Fuente de la imagen: mvc archivo propio).
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