lunes, 15 de diciembre de 2014

Pegamento emocional

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Si eres follower de este sitio habrás detectado que escribir sobre el trabajo en equipo es uno de mis deportes favoritos. Textos como el lejano “
El trabajo en equipo”, editado por primera vez en 2004, “El concepto de trabajo en equipo”, publicado a mediados de 2007, o el cinéfilo “Asustando en equipo[1], dan buena prueba de ello[2]. Pues bien, la semana pasada, descubrí el pegamento para negociar en equipo. Te explico. Apoyándome en las ideas claves[3], transcribo que la confianza y la comunicación son las dos bases del trabajo en equipo y de estos dos pilares, la confianza actúa como el pegamento emocional que une a las personas que conforman un equipo. Sus características[4]: nace de autoconfianza, es sentimiento mezcla emoción y razonamiento, es frágil, precisa de tiempo e interacción entre las partes, a quien se le otorga se le exige una respuesta acorde con las expectativas, implica reciprocidad o confianza mutua, es intangible y subjetiva[5], está sindicada a las experiencias personales y lleva asociado riesgo de decepción. 

Las consecuencias imprevisibles de los cambios tan rápidos y profundos que estamos viviendo durante los últimos años, sitúan a la confianza como una necesidad emocional de primer orden en medio de lo desconocido y lo imprevisto. En este inconexo contexto económico y social que nos ha tocado vivir, la confianza es una competencia fundamental para cualquier organización o grupo y para las personas que lo integran. Según el profe de Técnicas de Negociación, las diez virtudes de la confianza son: competencia, implicación, respeto, responsabilidad, justicia, humildad, resiliencia, integridad, honestidad y transparencia. Aplicada al proceso negociador, la confianza permite identificar situaciones relacionadas con su transmisión, del tipo: rápida adquisición, consolidación por la ampliación de sus límites, prevención de una posible crisis y recuperación. Desgraciadamente, las circunstancias actuales que sufrimos favorecen más la desconfianza que la confianza. 

Al ser una necesidad emocional, cuando no existe hay muchas probabilidades de que sintamos falta de confianza. Esta actitud desconfiada se relaciona con la soledad. Si soy desconfiado, exigiré más a los demás o esperaré menos de ellos, por lo que mis relaciones tendrán un coste de transacción más elevado: más tiempo para establecer una relación de confianza que puede quebrarse en cualquier momento. También, si soy desconfiado, deberé asumir el riesgo de ser poco confiable para los demás: “La confianza se paga con confianza, la desconfianza se cobra con desconfianza”. Finalmente, como ser humano no puedo aspirar a comprender la complejidad de mi entorno y la incertidumbre que ese laberinto conlleva, por lo que si renuncio a ese anhelo consolidaré aún más mi autoconfianza, sin olvidar, en todo caso, que la confianza siempre es una cuestión de actitud (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: mvc archivo propio.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. El trabajo en equipo (2004), El concepto de trabajo en equipo (2007), Asustando en equipo (2014). Sitios visitados el 15/12/2014.
[2] Si quieres acceder a la categoría del del sitio, clickea AQUÍ.
[3] En el marco de la disciplina Técnicas de Negociación.
[4] Son muy variopintas.
[5] Por lo que carece de un sistema de medida.