Fuente de la imagen: Foto-Rabe en pixabay |
Bueno, hasta aquí nada nuevo me ha aportado. Lo que me ha costado un poco más de hilar o asimilar ha sido la idea en la que pivota gran parte del peculiar sistema catalogado por Clement como “infalible”, ese planteamiento que hace que el entorno posibilite mi éxito, conformado a base de experiencia, recolectada en la aplicación de mi saber, inspiración, ¡Ah! la motivación que hace levantarme de las caídas, y conocimiento, esa retroalimentación que emana de mis alforjas[2]. Coincido en cuestiones como que mis pensamientos de hoy, del ahora, determinarán mi mañana y que si logro calificar y dirigir las reflexiones, inclinaciones y tendencias de la mente, podré controlar mi destino.
También en que el desarrollo de una decente personalidad es un reto que todos deberíamos tener, en la necesidad de entusiasmo o en la disposición de un plan de actuación retroalimentado continuamente. Pero lo que ya me ha costado digerir, en compañía de estos calores que nos han acompañado en el estío, es cuando el autor se adentra en aspectos como el rezo, el poder de la plegaria, los fenómenos psíquicos o los pecados. Por supuesto que cada acción tiene su reacción o que los malos hábitos hay que cambiarlos, pero reflexionar lo anterior en “plan místico” es como mezclar el tocino con la velocidad[3] (Fuente de la imagen: portada del libro en books). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Foto-Rabe en pixabay.
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[1] Stone, Clement. “El sistema infalible para triunfar”. Editorial Grigalbo. 1986.
[2] El orden de esos factores no altera el resultado.
[3] En fin. Sobre gustos y técnicas extemporáneas no se puede decir que “no hay nada escrito”.