domingo, 15 de septiembre de 2013

Collage de tarjetas

Fuente de la imagen: elaboración propia
A veces, cuando llevo en la cartera varias tarjetas de visitas distintas, en función de los proyectos en los que colaboro, y el interlocutor se percata de ello, suelo decirle: “No, si dinero poco, pero cartulinas todas las que guste”. Ayer estuve ordenando el contenido de las cajoneras de la zona de trabajo. Perplejo me quedé al descubrir la cantidad de tarjetas de visita con mis datos. Pensé en confeccionar un collage con todas ellas y colgarlas en el despacho. Te dejo una foto con algunas. 

Desde Euromarket hasta el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga, pasando por Facep (Cecap Andalucía), Grupo Vértice, Virgen de la Oliva-Hojiblanca, M Capital, La Factoría de la Red y un largo etcétera de acreditaciones. Hasta hoy, las tarjetas de visita, o tarjetas de presentación eran unas piezas de cartulina en las que se recogían los principales datos de una persona y que se entregaba en la primera entrevista o como forma de identificación junto a un regalo, pésame o felicitación. 

Aparecieron primero en China en el siglo XV, y en Europa en el siglo XVII. Los lacayos de aristócratas y de la realeza entregaban estas primeras tarjetas de visita europeas a los criados de sus anfitriones, anticipando solemnemente la llegada de sus dueños (fuente: J. Morgan[1]). Pero en la actualidad, percibo que la concepción tradicional de la tarjeta de visita se encuentra en declive, apareciendo nuevas formas, como las tarjetas virtuales (ver postTarjeta blogosférica[2]) o, incluso, en código QR y similares (ver postCódigo de respuesta rápida[3]).
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[1] Morgan, John. Debrett's New Guide to Etiquette & Modern Manners: The Indispensable Handbook. Macmillan. 2007.
[2] Velasco Carretero, Manuel. Tarjeta blogosférica. 2013. Sitio visitado el 15/09/2013.
[3] Velasco Carretero, Manuel. Código de respuesta rápida. 2013. Sitio visitado el 15/09/2013.