miércoles, 24 de julio de 2013

Esos manilargos sosegados

Fuente de la imagen: StarGladeVintage en pixabay
La tarde de ayer la pasé con un empresario, que fue cliente del bufete de economistas y abogados en el que empecé a trabajar en esto de la consultoría estratégica hace ahora unas décadas. Como muchos otros directivos de pymes, anda el hombre preocupado con los costes en su negocio y con el goteo de los presuntos pequeños hurtos que, poquito a poquito, llenan un nada despreciable depósito de esos de acero inoxidable. 
Le confesé que si no se dispone de una división de control específica, es muy complicado detectar a tiempo estas fugas así como aplicar las preceptivas medidas correctoras. Tienes que estar verificando de forma perenne los procedimientos de trabajo y concienciando a todo el personal de la necesidad de controlar el gasto como “un buen padre de familia numerosa”. 

Evidentemente, un refuerzo del control de los directivos y mandos intermedios (si no se dispone de auditoría interna), hasta la instalación de cámaras en sitios estratégicos, pueden ser otras medidas que atenúen ese riesgo. Las evasiones, esos “manilargos sosegados”, son de lo más variopintas, desde el pequeño robo[1] y que técnicamente se me ocurre catalogarlo como “hurto laborioso”, hasta el consumo eléctrico del aire acondicionado[2] que se queda toda la noche encendido, pasando, obviamente, por ese trato “indiligente” al cliente mediante pequeños desaires y otras improcedencias que desembocan en una no compra y pérdida comercial irreparable (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: StarGladeVintage en pixabay.
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[1] Que mi profesor de Derecho Penal lo definiría como hurto.
[2] U ordenador, pantalla, luz…