Fuente de la imagen: archivo propio |
Antonio es conservador y católico hasta la médula, pero con
un sentimiento cristiano muy cercano al líder que encendió la mecha de la religión,
Jesús, por lo que no tenía por qué haberme sorprendido su reflexión sobre este ritual
sacramental de la Iglesia católica, donde la persona, bautizada y confesada
previamente, participa por primera vez del sacramento de la Eucaristía,
recibiendo metafóricamente el cuerpo y la sangre de Jesucristo.
Opina que hoy de sacramento nada. Se ha convertido en un
fenómeno consumista, desvirtuando ese misterio de preparación católica, sin que
la iglesia corte de raíz esa peligrosa moda que ya se ha convertido en arraigada costumbre. El presupuesto medio actual camina de 2.500 a 3.000 euros, siendo la
estrella el convite, con un precio por cubierto de entre 36 y 42 euros, al que
se unen los recordatorios, las fotos y ¡cómo no! el traje (fuente de los datos:
elaboración propia a partir de calcular medias de distintos medios
especializados).
Para Antonio, el tema económico es lo menos sensible, ya que
cada adulto puede hacer lo que estime oportuno con su dinero o su política financiera
familiar. Lo grave del asunto es la imagen materialista desbocada que se le
está transmitiendo a uno de los protagonistas (el otro personaje es Jesús),
cuando no aparece en medio la disputa de los párrocos con las instituciones educativas,
las rencillas de los preceptores y la presunta competición entre familias.
Anhela el amigo que al nuevo Papa (ver post “Pobre y para los pobres”), no le tiemble la mano y tome cartas sobre el asunto, para que
este bacanal iniciático no dañe más la imagen de la Iglesia. Para más inri,
pasado el sacramento, muchos de los nuevos iniciados, no vuelven al santuario,
físico o mental, ni a cultivar los principios, mandamientos y resto de credos y
valores del catolicismo, por no hablar de nuestros comentarios y pensamientos
barriobajeros diarios. Por ejemplo: ¿Cómo puede una madre o un padre dar
ejemplo si no hace más que echar exabruptos por su boca ante el
derecho de una persona de color a asistir al colegio donde va su hijo?
La familia de Antonio practica la coherencia de la vida
cristiana, no sólo en la asistencia dominical al templo (eso es lo menos
importante de todo), sino permitiendo a sus peques ir asimilando el significado
de la religión en el entorno familiar. En esta línea, uno de sus hijos hizo la comunión con ocho años,
pero el segundo comulgó con catorce años (por cierto, es seminarista). El
tercero tiene diez y aún no ha recibido el cuerpo de Cristo (me comenta que la
nota de la signatura de Religión bajó cuando comunicó al profe que no iba a
realizar la comunión).
Pienso que la catequesis quienes tendrían que recibirla son
algunos padres y madres, que practican un culto frívolo, vano, a lo de “cristianos
de boquilla”, con el único interés del consumismo, el vestido, la fiesta y, en
resumen, la ostentación o, peor aún, las apariencias. Luego nos rasgamos las vestiduras
diciendo que la sociedad española se encuentra desevangelizada ¿o es que realmente a los
ministros de la iglesia no les interesan personas curtidas en sentimientos católicos
genuinos?
Finalmente, si eres un seguidor de este sitio, sabrás mis
orientaciones místicas, si bien mi extinta madre me enseñó a ser tolerante y
respetuoso con todas las religiones. Disfruto de la convivencia con padres y madres,
cuyos hijos realizan la primera comunión, y me consta que van bien preparados,
pero intuyo que su formación no ha sido consecuencia de la catequesis que han
recibido durante estos años en la parroquia, sino porque los entornos familiares donde habitan los
críos son tremendamente proactivos en el cultivo de valores (La primera imagen es de mi Primera Comunión. La segunda es de sxc.hu).