martes, 4 de diciembre de 2012

Yoismo

Fuente de la imagen: archivo propio
Si la mañana fue ajustada, la tarde de ayer también transcurrió intensamente, pero agradable. Al final, tomé un vino con el contacto Alfonso y nos pegamos una “pechá” de reír. Eso es bueno. Me contó su “mística experiencia” con un tercero. Más que persona, dice que es un “yo” con patas: Que si yo soy esto, que si yo hago aquello, que si no fuera por mí…¡Vamos! El “yoismo” personificado.

El caso es lo fácil que podemos caer en tener el “yo” en la boca a todas horas, si bien algunos se pasan siete pueblos, con su yoismo endémico. Reflexionó Alfonso acerca de este desajuste, generado por la falta de confianza en sí mismo y otras debilidades de la personalidad y las relaciones. Los yoistas tratan de tapar su inseguridad incomodando a los demás. Generalmente son celosos de su privacidad y mezquinos a más no poder.

Al final, a estas personas se les va reduciendo sus círculos de relaciones sinceras, hasta que sólo se quedan en la cuadrícula de aquellos familiares que los quieren, los aceptan como son o coyunturalmente están obligados a aguantarlos. Escribe Atenea en over-blog.net[1], que el yoismo es una grave enfermedad que se manifiesta creyendo el enfermo que es el centro del universo. Son personas que creen tener siempre la razón, no se equivocan nunca, hay que hacer las cosas en el momento y en la forma que ellos digan…

La verdad es que es un rollo bregar con los señores yoistas, ya que, como dice Atenea, necesitan tener bajo sus pies a los demás para así demostrar el excesivo yoismo que los consume. Coincido con aquéllos que piensan que lo peor de la enfermedad es que el que la padece no se da cuenta que la tiene, por lo que al pasar del tiempo el enfermo se transmuta en un ser súper egoísta, déspota y abusivo. Fuente de la imagen: archivo propio.
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Atenea. La enfermedad del yoismo. over-blog.net. 2010. Sitio visitado el 04/12/2012.