Fuente de la imagen. EliElschi en pixabay |
A la vuelta, era
tal la espesura de la niebla en algunos tramos del recorrido, que me vi en la
necesidad de reducir sustancialmente la ya menguada velocidad de crucero. No distinguía más allá de unos palmos del parabrisas. Mientras
intentaba traspasar el tupido velo de bruma y lluvia, pensé en ese otro presunto
tupido velo que parece envolver las mentes pensantes de los políticos
españoles. Por ejemplo, vengo escuchando lo de los brotes verdes,
señales y otras gansadas, desde que empezó la crisis, hace ya unos años.
Supongo y espero que algún día, el representante de turno
acertará, pero mientras tanto, me siento ninguneado, continuamente engañado, estrujado, manipulado
y pisoteado. No perciben la realidad? ¿No salen a la calle? ¿No ven la
televisión? No escuchan la radio? ¿No leen los periódicos? ¿No visitan Internet
con sus flamantes ipad (algunos ya extraviados)? ¿Qué les dicen sus numerosos equipos de asesores, conserjes y allegados incluidos?
Abstraído en esa pesadilla de preguntas sin respuestas y
perdido en la niebla, casi me paso la salida de la autovía. Tarde llegué a Málaga, reconfortándome el calor del hogar y
corriendo un tupido velo sobre la desorientación sentida. Hasta esta mañana, que he vuelto a recordar
los estremecimientos concebidos anoche en el camino de vuelta (fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: EliElschi en pixabay.