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Bromas aparte, los contertulios no supieron dilucidar qué es lo que empuja a un político a tener tanta falta de ética en el ejercicio de su cargo. Alguien dijo que quien acepta pequeños obsequios, está en predisposición de mirar a otro lado con grandes sobornos. Lo anterior es fuerte. Tienen muchas tentaciones, desde los ingentes presupuestos que manejan hasta el ejercicio propio del poder en el filo de la navaja entre lo ético y lo ilegal, por no hablar de los influyentes lobbies o pseudomafias que pululan por doquier y que presionan para conseguir sus censurables fines.
Por ejemplo, ahora el político habla mucho de la situación del desempleado y que toda reforma tiene su justificación si se genera empleo. Bien, pero el buen político tiene que prestar atención a sus “clientes”, además de ser un probo, honrado, íntegro ciudadano en su comunidad. La idea es volver a las raíces del concepto “política”. El político tiene ante sí un camino donde puede crear valor y gestionar lo público que sus votantes no pueden hacer por sí mismos (fuente de la imagen: stock.xchng). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: archivo propio.