Blanca y Montserrat. Querían ayudar. Son valientes. Trabajaban por un futuro distinto, mejor.
Leo la historia de las dos cooperantes secuestradas y me siento tremendamente triste.
Por un momento pienso que es el itinerario de muchas personas anónimas, que luchan día a día contra la injusticia, ya sea en su localidad, en su trabajo, en su comunidad o a tres mil kilómetros de distancia.
Y las secuestran, o las pisotean, o las ningunean, o las destrozan a hachazos emocionales, …
Quieren sumar, sumar, sumar… y la fatalidad las pilla en el lugar inadecuado y a la hora inoportuna.
¿O No? Tenían que estar. Era su noble, distinguida, sagrada elección.
Desde este sitio, mi desasosiego, pero también respeto, admiración y apoyo (Fuente de las imágenes: Médicos Sin Fronteras).