Fuente de la imagen: dodo71 en pixabay |
Se cuenta el chiste de un impedido de la mano derecha que fue a ver a la Virgen de Lourdes. Cuando estaba frente a ella, en un atisbo de fe, le dijo: “Madre, te pido que me pongas las dos manos iguales”. La Divina Madre se apiadó de él y obró el milagro. El detalle fue que la mano izquierda quedó imposibilitada, al igual que la derecha. Cuando el susodicho se dio cuenta de la situación, con lágrimas en los ojos gritó. “Madrecita mía, déjame como estaba”. Tarde te escribo esta mañana. Ayer tocó cena en casa con unos colaboradores y amigos.
¿Debo tener miedo al riesgo? Si quiero crecer, no debería. No es posible prosperar sin tomar riesgos. Pero si existen resquicios de sospecha o duda, entonces debería aprender a bregar con el mismo, reduciéndolo a cifras y determinando más objetivamente si me atrevo a seguir adelante con el negocio o, por el contrario, “Madrecita mía déjame como estoy”. Te dejo la imagen de un ventanal con la aparición de la Virgen María a Bernardette, en Lourdes (fuente: Wikimedia Commons). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: dodo71 en pixabay.