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Pasados diez años, el que te escribe transitaba ya en el mercado con una experiencia a las espaldas, saliendo de la crisis de principios de la década de los noventa y trabajando en dos proyectos, uno empresarial (gerente de una empresa de distribución del entorno de Donut) y otro federativo-asociativo (Secretario General de FACEP), cuando me lo encuentro de nuevo en mitad de calle Larios. Nos fundimos en un abrazo y tomamos un aperitivo en el Café Central (Plaza de la Constitución). El hombre estaba abatido. Una ola de reestructuración consecuencia de la crisis, había provocado que desde hacía un año se encontraba en la calle, porque el cambio de división no le había sentada nada bien. El grado de especialización que había acumulado se había convertido en un verdadero hándicap para cambiar, evolucionar.
Aquella persona exitosa a la que todos anhelábamos parecernos antaño, se arrastraba por los suelos, con una difícil crisis existencial. ¿En qué itinerario formativo debe trabajar un directivo para restringir el mareo que originan los persistentes cambalaches en los mercados? Entiendo que se debe enfocar el recorrido profesional a lo largo de toda la vida, del mismo modo que las empresas efectúan su proyección estratégica, como un transcurso de arreglo continuo con el propio mercado, evaluando una y otra vez firmezas, debilidades, ventajas competitivas, concretando visiones profesionales, trazando un programa de actuación que te permita en cualquier momento des-especializarte de la manera menos traumática posible y tasando los efectos y desajustes que se vayan generando (viñeta de imagenes-gratis.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: katielwhite91 en pixabay.