Por el post “Café para todos” sabes de mi agenda de los últimos días laborables de la semana. Además de saludar y escuchar a un buen manojo de magistrados-jueces de lo mercantil de la geografía española, he tenido la oportunidad de desayunar y almorzar con parte de la “crème” de la consultoría. He repartido tarjetas por doquier. Prefiero pensar que eso es bueno, porque el noventa por ciento me lo pedían ¿o es malo? En el coffee break de ayer, me dio que pensar el comentario de un abogado de reconocido prestigio, que después de las preceptivas presentaciones (el muy pícaro me dijo al final que conocía mi currículo a corto plazo), expresó su opinión acerca de un directivo que ambos conocíamos. Me sorprendió la frase que utilizó para describir su futuro a medio plazo, “Condenado a la silla eléctrica”, debido a que en los corrillos profesionales y empresariales se apuesta por su despido dentro de seis meses o, a lo sumo, un año y que a su grupo empresarial le queda poco más, dos telediarios.
Tomando, a muy pesar mío, un croissant con mantequilla (sabes que soy de pan con aceite), mientras, sentado en la cafetería del centenario Real Club Mediterráneo, observaba el mar de La Malagueta, me costaba entender o aceptar ese tipo de predicciones, por muy fundados que sean los rumores, pero todavía digiero menos que se apueste con dinero en determinadas órbitas sociales o empresariales acerca del fracaso o acierto de tal o cual ejecutivo. ¿no tendremos otra cosa mejor que hacer? Por otro lado, del análisis económico, financiero, administrativo, operacional y comercial de estas instituciones, puedo percibir su desaparición a medio plazo, pero de ahí a aseverar que le quedan catorce meses y tantos días, como que no (animación de soloimagen.net).