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Este enfoque, presuntamente fraudulento, no lleva a ninguna parte y enmascara graves problemas de gestión y de dirección, pero mientras se detecta, pasa un precioso tiempo y los inversionistas, accionistas, socios, personal, clientes, proveedores, administración pública… sufren las consecuencias del listillo consejero delegado o director general de turno. Algunos ejecutivos, al percibir que no pueden convencer a sus auditores del maquillaje que han puesto a sus estados, propician el cambio de fedatarios contables, pensando que los nuevos van a ser más receptivos o manejables (