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La primera, un trabajo sobre las habladurías, realizado por Julieta Tarres, alojado en monografías.com bajo el título "El rumor como sustituto de la Noticia”[1], donde concluye que: “El rumor –entendido como un virus de producción social- se inserta en la prensa para poder propagarse y llegar así a formar parte de las noticias, y en otros casos de reemplazarlas directamente con el único objetivo de modificar así el centro de atención de la opinión pública. En términos generales, la prensa no trata de ganarle credibilidad al rumor; es a la inversa, el rumor busca ganarle espacio a las noticias para propagar la desinformación.”.
La segunda reseña es del libro “El efecto del dispensador de agua"[2], de Nicholas DiFonzo, donde el autor propone enfoques para prevenirlos, ya sea en la instauración, en la propagación, en la percusión o en el amortiguamiento o atenuación. Finaliza DiFonzo hablando de la admisión, tolerancia o cierto asentimiento de este tipo de murmuraciones en el contexto del networking: “Los rumores son una parte usual de las redes sociales. Se tiene que acatar sensatamente su potestad, tanto los positivos como los negativos. Lo preferible es tratarlos ética y convenientemente” (imagen de tusgifsanimados.com). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Cdd20 en pixabay.
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[1] Tarres, Julieta. "El rumor como sustituto de la Noticia”. Monografías-com. Sitio visitado el 19/05/2010.
[2] Nicholas DiFonzo. El efecto del dispensador de agua: una guía indispensable para entender y aprovechar el poder de los rumores.. Referenciado por Jason Daley en entrepreneur.com, “Anatomy of a Rumor”. 2009. Sitio visitado el 19/05/2010.