En el verano de 2009, la comodidad de Internet me ha facilitado comprar las entradas a través de Red (me parece que me han aplicado un diez por ciento de descuento) y no esperar colas de acceso. El lugar estaba masificado a más no poder, lógico en pleno agosto. Un sol de justicia, y eso que algunas nubes circulaban por el cielo. En fin, un día en el parque acuático. Los peques juegan en sus piscinas. Los adolescentes lanzándose por los imponentes medios tubos de agua. Los adultos flotando por las olas artificiales y tirándose por la atracción estrella. Mientras, todos reponen energías y los colaboradores y colaboradoras del parque cobran por todo, desde una hamaca hasta la foto de bienvenida. En todo este largo periodo, desde principios de la década de los noventa del siglo pasado, me he preguntado varias veces porqué no se abre un parque para ser utilizado en el invierno. Si sus instalaciones estuvieran cubiertas con un techo de alta tecnología que permitiera aprovechar los rayos del sol, sería espléndido para los amantes de este tipo de servicios turísticos. La respuesta me la dio el año pasado D. Kiley (2008), en el artículo que escribió en Business Week, Come On In: The Water's Always Fine[5], parques de atracciones acuáticas bajo techo. Una excelente idea. A ver si algún avispado "emprendedor" de la Costa del Sol la hace suya y la ejecuta (foto de mi salida del parque).
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[1] Velasco-Carretero, Manuel (2004). ¿A cómo tienes hoy el kilo de blog? Sitio visitado el 12/8/2009.
[2] Velasco-Carretero, Manuel (2006). Parece que fue ayer. Sitio visitado el 12/8/2009.
[3] Velasco-Carretero, Manuel (2008). Tal día como hoy. Sitio visitado el 12/8/2009.
[4] Velasco-Carretero, Manuel (2005). Si el vino viene, viene, la vida. Sitio visitado el 12/8/2009.
[5] Kiley, David (2008). Come On In: The Water's Always Fine. Business Week. Sitio visitado el 12/8/2009.
