Supongo que será por lo del cambio horario, pero me está empezando a desagradar la insistencia del presidente de España, para que lo inviten al suficientemente manifestado inoperante y devaluado perfil de “cumbre mundial” (a lo Manolito Gafotas), donde, esta vez, se quiere “teorizar” para encontrar el “Punto G” del nuevo orden terráqueo, ya que los mapas del G-5, del G-8 y del G-20 se demuestran insuficientes o con graves fallas de diseño para afrontar la nueva realidad económica, financiera y, por derivación, social.
No quiere darse cuenta el mandatario español que pesa mucho que desde hace siglos no contemos para nada en esos foros y que, por ejemplo, su presunto “liderazgo” en materia de derechos sociales, respeto a las zonas emergentes, cierta sensibilidad con los países pobres y colaborar, pactar y cumplir con las organizaciones y reuniones multilaterales internacionales, ésas que nos excluyen cuando se trata de repartir presuntas prebendas o tratar "asuntos de economía y financiación globales", por no hablar de la solidez de la banca española, no es visto con agrado entre el resto de los “líderes” del momento, con el, por poco tiempo, presidente de Estados Unidos a la cabeza, que también es humano y desde lo de Irak se la tiene guardada, a lo “arrierillo somos y en el camino nos encontraremos”.
Por tanto, ¿qué se nos ha perdido en ese cómico foro? ¿No nos damos cuenta que el Punto G se encuentra, también, en ese cúmulo de microeconomías que conforman la economía real local, regional, nacional, además de la internacional? Sigamos navegando en la corriente global, asumiendo los acuerdos y pactos internacionales que formalmente podamos aceptar e internamente avancemos y trabajemos en el día a día del crisol de identidades que conforman este trozo de la península ibérica. Finalmente, ensalzable el apoyo público del partido de la oposición y, seguramente, del resto de los partidos democráticos españoles, pero al César lo que es del César (mapa de la Tierra; fuente: Wikimedia Commons).