En el post Si el vino viene, viene la vida, te comentaba que en un rincón especial de la casa descansa una barrica, construida con una madera noble, que abriga vino de la tierra y con un sentido escudo corporativo y una frase especial labrada en su faz. Llevaba un tiempo susurrando el tranquilo y ornamental recipiente, una generosa donación del líquido elemento que alberga y evoluciona –vive- en sus entrañas.
El corazón de mi respetado Paco, escucharía los murmullos del barril, porque ayer me visitó el hombre y me proporcionó una garrafa con ese néctar de la uva (Gracias, Presidente). Un viernes, que empezaba a ser triste, en un instante, con la visita de este ex-jefe y ahora amigo, se convirtió en un manantial de bonitas sensaciones y recuerdos.
En el hogar, terminé de retomar el camino de la vida con resurgidas fuerzas, es decir, con una copa de vino emocional, imperecedero, renovado, con aromas de amistad y cuerpo de futuro (imagen de wikimedia commons). Fuente de la imagen: página web de SCAVO.
El corazón de mi respetado Paco, escucharía los murmullos del barril, porque ayer me visitó el hombre y me proporcionó una garrafa con ese néctar de la uva (Gracias, Presidente). Un viernes, que empezaba a ser triste, en un instante, con la visita de este ex-jefe y ahora amigo, se convirtió en un manantial de bonitas sensaciones y recuerdos.
En el hogar, terminé de retomar el camino de la vida con resurgidas fuerzas, es decir, con una copa de vino emocional, imperecedero, renovado, con aromas de amistad y cuerpo de futuro (