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En los partidos de las selecciones españolas y en los deportes en general, me siento feliz y regocijado al ver ondear los colores, como representación de un territorio donde me ha tocado vivir y que, a su vez y desde hace siglos, está conformado por muchos otros pueblos, con sus identidades y sus características y, a su vez, tránsito de otras muchas civilizaciones.
Lo mismo me ha sucedido con el lazo azul de la década de los noventa (me gusta el azul), signo de la lucha de la sociedad, con independencia de su color político, por una causa justa. Sin embargo, ayer mis ojos percibieron una bandera en un balcón y luego otra en otro balcón y, condicionado por la reciente actualidad política, me pregunté cuál era la causa o el interés.
Y me entristecí y me preocupé por el futuro de nuestros hijos. Imagino que cuando vea un lazo azul también pensaré cuál es la causa o el interés, al igual que cuando cante la canción “Libertad, libertad, sin ira libertad, guárdate tu miedo y tu ira…”. percibo que ya no será lo mismo. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: elaboración propia.