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En la última víspera, mientras ordenaba los regalos entorno a la chimenea y dejaba unas galletas y un vaso de leche para Sus Majestades, recordaba la sangre gorda de mi hermana mayor cuando en el canasto, que preparaba un cinco de enero de mi infancia, me echaba una y otra vez desvencijadas figuras bélicas de plástico; o mientras observaba la apertura de regalos en el reciente día de reyes, me acordaba de la somera bolsita de cochecitos de caucho que recibí un seis de enero de mi niñez.
También, rememoro esa larga lista de deseos inmateriales que anhelaba entre lágrimas, con los ojos y los puños cerrados[2]. El tiempo pasaba, unas aspiraciones se cumplían y otras justificaban su descortesía o inobservancia. Pienso que, en verdad, los reyes magos, los "papás noeles" y el resto de figuras imaginativas de cualquier creencia o religión, están dentro de nosotros, tanto a nivel de individuo como de colectividad.
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[1] En Bibliotecas Virtuales. Sitio visitado el 07/01/2007.
[2] Como, por ejemplo, desterrar mis miedos infantiles, superar mis limitaciones, que se mejorara la situación económica de mi familia o que el concepto “madre” fuera eterno.