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En esta recesión que vivimos, el incremento de la competencia de la economía sumergida, hace cada vez más difícil el camino de pequeños pero decentes empresarios, que quieren vender con IVA, pagar el resto de sus impuestos directos e indirectos, tener a sus empleados legalizados... es decir, cumplir con la normativa. El caso es que se ven obligados a cerrar sus empresas o a entrar en el vicioso juego del dinero negro, la contabilidad B, el fraude o la piratería.
Encima, a algún que otro, no acostumbrado a defraudar, se le descubre al momento con sus torpes movimientos ilegales. El colmo sería que un "sin escrúpulos" organizara un seminario, congreso, curso o master para gestionar las actividades B. Igual se forra. Recuerdo hace años, que existían programas informáticos que llevaban todas las contabilidades que quisieras ¡Y lo ponían en su publicidad!
Mientras tanto ¿Qué hace la Administración Pública? Si al menos se aumentara sustancialmente la inspección y el control para detectar esos desleales hábitos. Pero percibo que no pasa nada. Encuentro a los organismos públicos como aletargados, reduciendo las ayudas, alargando la publicación de convocatorias para saltarse periodos, centrándose en presuntas nimiedades, mirándose el ombligo...
Cuando la posición que regentan las obliga a erigirse en líderes de la motivación y del necesario cambio, inyectando no sólo resoluciones, sino ilusión y ánimo en el tejido económico y social del ámbito territorial y sectorial donde se encuentren ubicadas o posicionadas. Que tengas un reparador y largo fin de semana (imagen de 100pies.net). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: RichardsDrawings en pixabay.