Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
No voy a rememorar lo explicado en el post Destrucción creativa[2], sólo preguntarte cómo no puede haber deflación en los hinchados precios de la vivienda y en aquellos otros productos y servicios que cotizaban por encima de su relativo valor real. En mi opinión, a la deflación hay que temerla lo mismo que a la inflación, pero ¡por favor!, como resulta que pierden los promotores de los precios hinchados, pues hay que seguir, a pie puntillas, los dictados de tal o cual organización que, a lo antes muerta que sencilla, dice que antes de bajar los valores del producto, se los da a la entidad financiera. Más seriedad periodística. ¡Manuel, no seas utópico!, pensarás. Cierto, que la deflación descentrada, al igual que la inflación desbocada, nos llevaría a un círculo vicioso.
El ejemplo más claro de deflación es el vivido a partir del crack bursátil de 1929 y la Gran Depresión. Ejemplos de inflación los tenemos a espuertas. Se les achaca a los economistas que temen a la deflación más que al diablo. Se equivocan o tergiversan las personas que piensan o escriben en esa línea. Los que temen a la deflación más que al demonio son los chapuzas, especuladores, temporeros, políticos corruptos y advenedizos de cualquier sector, que no pueden manipular, trapichear y ajustar los precios de forma artificiosa o irreal. Que tengas una buena semana (gráfico del índice Dow Jones, después del crack de 1929; fuente: Wikimedia Commons). Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Juguete de saldo. 2008 Sitio visitado el 09/12/2008.
[2] Velasco Carretero, Manuel. Destrucción creativa. 2008 Sitio visitado el 09/12/2008.