Imagen incorproada con posterioridad; fuente: tmg Las recetas de la Abuela Juli |
Seguidamente, empieza a mover rítmicamente la cazuela[4], de forma circular y la instala en el suave fuego, sin dejar de bailarla. Cuando el aceite empieza a calentarse de nuevo, vuelve a apartar la cazuela, sin dejar de menearla. No sé cuantas veces repitió este eslabón del proceso de cocinado[5], pero, poco a poco, el bacalao fue soltando una gelatina que, al mezclarse con el aceite, constituyó una espesa salsa blanquecina. Finalmente, retira por última vez el recipiente del fuego y le añade los dorados ajos y la cayena. Emplaza la cálida cazuela en el centro de la mesa. Con los ojos cerrados, los sucesivos bocados de esa exquisitez me transportan, durante décimas de segundo, a momentos olvidados de la infancia y de la adolescencia. A la par, esas sensaciones culinarias ayudan a mi mente a despejar la decisión profesional del lunes. Magnífico. Gracias, Teo[6].
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[2] La cayena también.
[3] Primer truco, aunque me dijo que sobre esta técnica hay diversidad de opiniones.
[4] Segundo truco.
[5] Cuatro o cinco, quizás; durante media hora, tal vez.
[6] Imagen de wikimedia commons. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: tmg, Las recetas de la Abuela Juli.