domingo, 21 de septiembre de 2025

Por Teo y su Arte

Fuente de la imagen: Carramimbre Roble. Sitio vinopost (M. Velasco, 2025)
En “Le decía el padre al hijo” (M. Velasco, 2024)[1], te comentaba las delicias del Carramimbre crianza, de la denominación de origen Ribera del Duero y de Bodegas Carramimbre. Pues bien. En el cumple de Teo brindamos con un Carramimbre Roble (M. Velasco, 2025)[2]. Y es que en la cocina el amigo siempre ha sido el centro de gravedad de celebraciones y su cumpleaños no fue la excepción. Pero esta vez, el homenaje fue doble: no solamente celebrábamos un año más de vida, también, una vez más, otra obra maestra culinaria: un marmitako de bonito (M. Velasco, 2006)[3] cocinado con esa devoción que sólo él sabe ponerle. Para estar a la altura, la bebida tenía que ser igual de memorable. El momento de la verdad llegó cuando Teo destapó la cazuela. El aroma a pimiento, tomate y ese bonito fresco inundó el comedor. Servimos el vino. A la vista, el Carramimbre saludaba con su vivo rojo cereza, prometiendo juventud y fuerza. En nariz, mientras el vapor del guiso subía, el vino aportaba su contrapunto: una oleada de fruta roja madura, escoltada por notas limpias de especias y un delicado fondo de vainilla. Era complejo, pero nada pesado.
Fuente de la imagen: Marmitako de bonito (M. Velasco, 2006)
Al probar el marmitako, el sabor rotundo y meloso del guiso, con la patata y el bonito perfectamente integrados, encontró su ancla en el vino. El Carramimbre Roble, con su estructura media y su gran frescura, cortaba la untuosidad del estofado sin dominarlo. La fruta intensa del vino se hermanaba con la potencia del tomate y el pimiento, mientras que los taninos suaves hacían un "clic" delicioso con la textura de las lascas de bonito. La clave del éxito estuvo en el equilibrio. Muchos tintos de Ribera del Duero, más corpulentos, habrían eclipsado el sabor del bonito. Sin embargo, este Joven Roble mantuvo su personalidad sin avasallar, gracias a esa vibrante acidez y a su enfoque marcadamente frutal. Fue el puente perfecto entre la tierra (el vino) y el mar (el guiso). Y al llegar el momento del brindis, con el sabor del bonito aun persistiendo, la copa se alzó. Fue una proposición sencilla, sincera y profunda: por Teo y su arte. Un almuerzo donde el vino acompañó y fue uno de los coprotagonistas de una experiencia culinaria memorable. Es una lección que siempre recordaremos: incluso los platos más contundentes y marineros pueden encontrar un aliado perfecto en un tinto joven.
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[1] Velasco- Carretero, Manuel (2024). Le decía el padre al hijo. Sitio visitado el 21/9/2025.
Velasco- Carretero, Manuel (2025). Carramimbre Roble. Sitio visitado el 21/9/2025.
[3] Velasco-Carretero, Manuel (2006). Marmitako de bonito. Sitio visitado el 21/9/2025.