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Este fundamento se refuerza con la entrada de España en la Unión Europea (UE), estableciendo que los Estados miembros deben coordinar sus políticas económicas y de empleo[1], disponiendo la UE de la respectiva competencia para llevar a cabo acciones con el fin de apoyar, coordinar o complementar la acción de los Estados miembros, sin por ello sustituir la competencia de éstos en dichos ámbitos[2]. En esa línea (M. Velasco, 2014)[3], la intervención del Estado en la economía se manifiesta de varias formas.
Por ejemplo, desde el establecimiento de hojas de ruta a medio plazo[4], hasta la imposición de ordenamiento jurídico específico[5], con fomento de la competencia y protección de los usuarios o consumidores, pasando por la atención de aquellos servicios públicos necesarios para la sociedad o la promoción o ayuda a sectores de la economía que en determinado momento se puedan calificar de estratégicos y todo ello bajo el paraguas de seguridad jurídica, libertad de empresa e intervención mínima.
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[1] Art. 2.3 Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).
[2] Art. 2.5 Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).
[3] Velasco Carretero, Manuel (2014). Manifestación del intervencionismo económico. Sitio iurepost. Visitado el 08/05/2024.
[4] Mediante lo que se conoce como planificación económica.
[5] Para propiciar un funcionamiento legal y justo de los mercados.