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En esta sinrazón del coronavirus, creo que lo importante es el estoicismo y trabajar juntos por un fin común sin olvidar a los más necesitados, que pasa por minimizar el contagio mientras esperamos una solución, es decir, una vacuna. Serenidad, unidad y solidaridad son las palabras que martillean mi mente. Por eso, me siento bien cuando leo noticias como que la Comisión Europea (CE) recientemente ha alcanzado un primer acuerdo con la empresa farmacéutica AstraZeneca para comprar una posible vacuna contra la COVID-19, así como para donarla a países de renta media y baja o redistribuirla a otros países europeos.
Esto se produce tras la conclusión satisfactoria de las conversaciones exploratorias con Sanofi-GSK anunciada el 31 de julio y con Johnson & Johnson el 13 de agosto. Una vez que la vacuna ha demostrado ser segura y eficaz contra la COVID-19, la CE ha acordado la base de un marco contractual para la compra de 300 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, con la opción de comprar 100 millones más, en nombre de los Estados miembros de la UE[1].
Informa la CE que el acuerdo aprobado será financiado mediante el Instrumento de Asistencia Urgente, que cuenta con fondos dedicados a la creación de una cartera de posibles vacunas con perfiles distintos y producidas por diferentes empresas. La vacuna experimental de AstraZeneca ya se encuentra en la fase II/III de ensayos clínicos a gran escala, después de obtener resultados prometedores en la fase I/II con respecto a la seguridad y la inducción de la respuesta inmune.
La decisión de apoyar la vacuna propuesta por AstraZeneca se basa en un enfoque científico sólido y en la tecnología utilizada (una vacuna ChAdOx1 basada en un adenovirus de chimpancé recombinante no replicante), la rapidez de distribución a gran escala, el coste, el reparto de riesgos, la responsabilidad civil y la capacidad de producción para poder abastecer a toda la Unión, entre otros factores[2]. Fuente de la información CE. Fuente de la imagen: Ray_Shrewsberry en pixabay.
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[1] La Comisión sigue negociando acuerdos similares con otros fabricantes de vacunas.
[2] Los procesos reguladores serán flexibles, pero seguirán siendo rigurosos. Junto con los Estados miembros y la Agencia Europea de Medicamentos, la Comisión aprovechará la flexibilidad que ofrece el marco regulador de la Unión para acelerar la autorización y la disponibilidad de las vacunas que funcionen contra la COVID-19. Esto incluye un procedimiento acelerado de autorización y flexibilidad en relación con el etiquetado y el envasado.