domingo, 24 de febrero de 2019

Ejemplar alcachofera, honrado recuerdo

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
En el texto ¡Ahí va el niño perdío![1] referenciaba cuando de pequeño me dieron por perdido[2]. Te contaba el transcurso de la cuarta o quinta primavera del sensible boceto de la niñez de todo niño del campo español, criado en la dura década de los años sesenta. Por la tarde, mi madre y mis hermanos se fueron a la feria de mayo del pueblo y me dejaron al cuidado de mi padre. El progenitor me sentó en la estancia empedrada, que había entre la casa y la cocina; me puso en la mano un trozo de pan y un chorizo en manteca, apresuradamente extraído de la tinaja de chacinas, en la despensa. El hombre se fue a la huerta para seguir con las labores propias de la estación. 

Me bajé de la silla y, supongo, me puse a jugar por los alrededores de los establos, cayendo “muerto de sueño”[3], alrededor de unas alcachoferas que crecían al lado del gallinero. Lo siguiente que recuerdo es una lucecita que se acercaba, abriéndose paso entre una profunda oscuridad, y un griterío que vociferaba: ¡Aquí está! ¡Aquí está! ¡Aquí está el niño!¡ Manolooooo! ¡Dios mío, lo hemos encontrado! Te cuento todo esto porque ayer lo refresqué, cuando, después de unas migas a las que nos invitaron Pepa y Manuel[4], paseaba por su huerto y me topé con la alcachofera de la que te que dejo una instantánea en el encabezado del texto. Ejemplar alcachofera, honrado recuerdo. 
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[1] Velasco Carretero, Manuel. ¡Ahí va el niño perdío! 2007. Sitio visitado el 24/02/2019.
[2] Posteriormente El "niño perdío" llegó a la universidad (2016) y la reminiscencia Recordando al "niño perdío" (2018). Sitios visitados el 24/02/2019.
[3] Metafóricamente hablando.
[4] Como las que te conté en “Típicas del campo” (2017). Sitio visitado el 24/02/2019.