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Con ese panorama, el BE prevé que, tras aumentar un 3 % en 2017, el Producto Interior Bruto (PIB) se desacelere hasta el 2,6 % en 2018, el 2,2 % en 2019 y el 2 % en 2020. Frente a las proyecciones anteriores, el crecimiento del PIB se revisa a la baja en una, dos y una décimas hasta 2020, como consecuencia, principalmente, del empeoramiento de las perspectivas acerca de la evolución de los mercados exteriores y, en menor medida, de una senda esperada del precio del petróleo algo más elevada. Como es habitual en las fases expansivas de la economía española, se prevé que el crecimiento de la actividad siga siendo intensivo en términos de creación de empleo, lo que dará lugar a nuevos descensos de la tasa de paro, que se situaría ligeramente por debajo del 12 % a finales de 2020. En el ámbito de la inflación, se prevé una desaceleración del índice armonizado de precios de consumo (IAPC) en los próximos trimestres, propiciada por la trayectoria del componente energético, que se explica, a su vez, por el perfil del precio del petróleo. Por el contrario, se espera un repunte progresivo de la inflación subyacente, en consonancia con la aceleración gradual de los costes laborales unitarios, en un contexto de uso creciente de los factores productivos[3].
Los riesgos en torno al escenario central de crecimiento del PIB están orientados a la baja. Por lo que respecta al entorno exterior, el BE entiende que, más allá de los efectos que ya se han podido percibir, las repercusiones de la combinación de políticas económicas aplicadas en Estados Unidos sobre las condiciones financieras globales o la escalada de medidas de proteccionismo comercial tendrán un impacto adverso sobre la evolución de la economía global. En el plano interno, persiste incertidumbre acerca de la orientación futura de las políticas económicas en un contexto de elevada fragmentación parlamentaria. Por un lado, los limitados avances registrados hasta el momento en el necesario proceso de corrección del elevado endeudamiento público continúan representando un elemento relevante de vulnerabilidad. Por otro lado, es necesario retomar una agenda de reformas estructurales que impulse el potencial de crecimiento de la actividad y el empleo de la economía española. En el ámbito de la inflación, los riesgos de desviación respecto al escenario central se orientan ligeramente a la baja, ante una hipotética cristalización de los riesgos del mismo signo que pesan sobre la actividad. En sentido contrario, la agudización de algunos de los conflictos geopolíticos latentes podría dar lugar a un aumento del coste del petróleo. Fuente de la información: BE.
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[1] Sitios visitados el 26/09/2018.
[2] Además, se espera que los hogares comiencen a revertir gradualmente el descenso pasado de la tasa de ahorro, lo que se traducirá en una cierta moderación del consumo privado.
[3] En términos de los promedios anuales, el IAPC crecería un 1,8 % en 2018, para posteriormente moderar su avance hasta el 1,7 % y el 1,5 % en 2019 y 2020, respectivamente.