miércoles, 26 de septiembre de 2018

Proyecciones macroeconómicas para mi país

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
La tarde del martes la pasé analizando los datos publicados por el Banco de España (BE) en el Informe trimestral de la economía española - Tercer trimestre de 2018 (incluye proyecciones macroeconómicas), que, entre otra información, recoge unas proyecciones macroeconómicas en España para el periodo 2018-2020, la evolución y perspectivas de la tasa de ahorro de los hogares en España, la evolución reciente del mercado de crédito al consumo en España o la desaceleración del turismo no residente en el período transcurrido de 2018[1]. Según el BE, las proyecciones contemplan una continuación de la actual fase de crecimiento, alentada por los progresos conseguidos en el restablecimiento de los equilibrios macro-financieros de la economía, que la han dotado de una mayor capacidad de resistencia ante perturbaciones adversas. A lo largo del horizonte considerado, se proyecta, no obstante, una moderación del avance del producto, en un contexto en que las pasadas medidas de política monetaria tendrán un impacto favorable adicional cada vez menos pronunciado sobre las condiciones de financiación de los agentes y el actual tono expansivo de la política fiscal tenderá, de acuerdo con los supuestos técnicos empleados, a tornarse neutral al final del período de proyección[2]

Con ese panorama, el BE prevé que, tras aumentar un 3 % en 2017, el Producto Interior Bruto (PIB) se desacelere hasta el 2,6 % en 2018, el 2,2 % en 2019 y el 2 % en 2020. Frente a las proyecciones anteriores, el crecimiento del PIB se revisa a la baja en una, dos y una décimas hasta 2020, como consecuencia, principalmente, del empeoramiento de las perspectivas acerca de la evolución de los mercados exteriores y, en menor medida, de una senda esperada del precio del petróleo algo más elevada. Como es habitual en las fases expansivas de la economía española, se prevé que el crecimiento de la actividad siga siendo intensivo en términos de creación de empleo, lo que dará lugar a nuevos descensos de la tasa de paro, que se situaría ligeramente por debajo del 12 % a finales de 2020. En el ámbito de la inflación, se prevé una desaceleración del índice armonizado de precios de consumo (IAPC) en los próximos trimestres, propiciada por la trayectoria del componente energético, que se explica, a su vez, por el perfil del precio del petróleo. Por el contrario, se espera un repunte progresivo de la inflación subyacente, en consonancia con la aceleración gradual de los costes laborales unitarios, en un contexto de uso creciente de los factores productivos[3]

Los riesgos en torno al escenario central de crecimiento del PIB están orientados a la baja. Por lo que respecta al entorno exterior, el BE entiende que, más allá de los efectos que ya se han podido percibir, las repercusiones de la combinación de políticas económicas aplicadas en Estados Unidos sobre las condiciones financieras globales o la escalada de medidas de proteccionismo comercial tendrán un impacto adverso sobre la evolución de la economía global. En el plano interno, persiste incertidumbre acerca de la orientación futura de las políticas económicas en un contexto de elevada fragmentación parlamentaria. Por un lado, los limitados avances registrados hasta el momento en el necesario proceso de corrección del elevado endeudamiento público continúan representando un elemento relevante de vulnerabilidad. Por otro lado, es necesario retomar una agenda de reformas estructurales que impulse el potencial de crecimiento de la actividad y el empleo de la economía española. En el ámbito de la inflación, los riesgos de desviación respecto al escenario central se orientan ligeramente a la baja, ante una hipotética cristalización de los riesgos del mismo signo que pesan sobre la actividad. En sentido contrario, la agudización de algunos de los conflictos geopolíticos latentes podría dar lugar a un aumento del coste del petróleo. Fuente de la información: BE. 
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[1] Sitios visitados el 26/09/2018.
[2] Además, se espera que los hogares comiencen a revertir gradualmente el descenso pasado de la tasa de ahorro, lo que se traducirá en una cierta moderación del consumo privado. 
[3] En términos de los promedios anuales, el IAPC crecería un 1,8 % en 2018, para posteriormente moderar su avance hasta el 1,7 % y el 1,5 % en 2019 y 2020, respectivamente.