domingo, 1 de octubre de 2017

Anhelados caracoles

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Desde hace unos meses, anhelaba saborear unos caracoles en salsa. Ayer lo degustamos, cortesía de Teo (Gracias). Estaban de rechupete. Es un plato que me costó aceptar, pero una vez que, allá por la década de los noventa del siglo pasado, el paladar lo consintió, me deleito con él, si bien reconozco que nunca he seguido la ceremonia de su limpieza, importantísima, recurriendo a la compra del producto, ya limpio, por lo que los innumerables caracoles romanos que pululan por la aspiración a jardín pueden estar tranquilos. Dicen que para lavarlos bien hay que cambiar el agua varias veces, echándoles vinagre y sal gorda para que desprendan la baba. Después, se colocan en una olla con agua, sal y se le pone, por ejemplo, ramas de menta, para que empiecen a salir de sus casitas. Luego a fuego lento y cuando hayan salido todos, a fuego vivo entre quince y veinte minutos. La instantánea que acompaña al texto es de uno de los platos de los que dimos buena cuenta. El vino que acompañó procuraré referenciártelo el sábado que viene en el sitio VINOPOST.

En cuanto al sofrito, realmente "como gustes". Se acostumbra a echar una guindilla que, junto al tocino de jamón o el chorizo y el sazonamiento al gusto, vino blanco y remover casi continuamente, van posibilitando un exquisito guiso. Reducido el caldo, incorporamos ajo y almendras machacadas[1] y cocemos otros quince minutos. Si puedes “emplatarlos” en una cazuela de barro, estupendo, si no, en un plato hondo y, en todo caso, que no se enfríen. A continuación, te dejo un vídeo, alojado en Youtube cortesía de Anna recetasfaciles, donde se explica cómo limpiar caracoles a conciencia para cocinarlos y comerlos sin reparos, mediante un método lento, laborioso, pero efectivo. A Anna le gustan los caracoles muy picantes, pero se puede elegir añadirle menos pimienta y menos guindilla para hacerlos a tu gusto, siendo para esta cocinera muy importante que se deje reducir bien la cebolla y el tomate para que se confiten y adquieran ese sabor tan característico. Este texto también se ha editado en el sitio GASTROPOST, bajo el título "Caracoles en salsa".
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[1] Opcionalmente con pan previamente “sartenado”.