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Pero Sánchez Stewart expuso algo que no sabía: que un tal Saulio[3], el que, por el año 47 de esta era, “pleiteó” por lo que consideró un derecho a cobrar honorarios por el servicio realizado a su “cliente”, con el argumento de que toda actividad profesional debía posibilitar, al que la ejerciera, poder vivir de ella[4]. Para terminar, te dejo un vídeo, subido a Youtube por la abogada Donna Alcala, con unas peculiares deliberaciones sobre lo que debe ganar o gana un letrado, reflexiones que, con todo el respeto hacia Donna y su labor divulgativa, ni en el fondo ni en la forma la mayoría comparto, sobre todo lo referente a la distinción entre abogados juniors y seniors en materia de retribución. El quid de la cuestión se encuentra en saber o no saber y en poner y defender un valor, puesto que, como dijo Deming, "las cosas no son caras o baratas por sí mismas, sino en relación a otras".
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[1] Velasco Carretero, Manuel. La avaricia rompió el saco ilícito. 2017. Sitio visitado el 08/03/2017.
[2] Abogado, Doctor en Derecho, ex Decano del Colegio de Abogados de Málaga, Consejero del Consejo General de la Abogacía Española y Presidente de la Comisión de Prevención de Blanqueo de Capitales del Consejo General de la Abogacía Española.
[3] Por las fechas, tiendo a pensar que el "honor" le corresponde al senador Marco Suilio Nerulino, puesto que su padre, Publio Suilio Rufo, fue más bien un temido delator.
[4] Hoy en día, por suerte o por desgracia, al menos en España, no sólo es un honor, sino, sobre todo, una necesidad.