sábado, 5 de marzo de 2016

Pyrus communis

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Si eres follower de este sitio sabrás que mi infancia la pasé en una explotación agrícola, de las de entonces (décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado), parte huerta, nutriéndose del agua del río Guadalevín, parte secano, en la falda de la sierra que alberga en sus entrañas la Cueva del Gato (por la cara del Peñón de Mures). Además de ejercer de pastor y porquero[1], también mi vida transitaba entre árboles frutales de todo tipo. Uno de mis preferidos era el peral común, Pyrus communis, encaramándome en sus ramas a mediados de junio y sabroseando su rico fruto. También, me quedaba perplejo al ver a mi hermano mayor realizando el injerto sobre arbustos tales como un membrillero, preguntándome cómo de un membrillo podía salir un peral (magia, parecía).

Pues bien, le regalaron al querubín un peral, plantándolo en la aspiración de jardín a finales de febrero. En una semana le han empezado a brotar hojas por doquier (en el encabezado te dejo una instantánea realizada ayer; puse la camisa blanca detrás para contraste). Dice mi familia que tengo buena mano con esto de las plantas, por lo que me estoy pensando cambiar de tercio profesional y volver a los orígenes. Bromas aparte, además de respetar a la flora como seres que son y las excelentes condiciones en las que venía el presente, el secreto se encuentra en asesorarse bien y seguir consejos como los de Toni y su huerta. A continuación te dejo el vídeo alojado en Youtube por la Huertina de Toni. Otro día te contaré las peripecias de otro obsequio (un manzano).
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Pastor y porquero. 2007. Sitio visitado el 05/03/2016.