Fuente de la imagen: aruba85 en pixabay |
Ya sea en el desayuno, en los descansos o, incluso, en el wasap, enumerando las dificultades, conflictos y controversias y después, a toro pasado, encanta decir la consabida frase “Ya lo dije”. Pero ahí nos quedamos. ¡Bah! Un colaborador o colaboradora comprometido/a identifica los problemas, los analiza y, si procede, propone soluciones en los foros adecuados. Me gusta estar cerca de esas personas, me siento seguro entre esos líderes que crecen en el equipo donde se encuentran integrados y hacen que el grupo brille junto al proceso, a la actividad, a la empresa y al ámbito territorial y sectorial de actuación. Dice Pepe que es cuestión de confianza. Lleva parte de razón. Si confío en mí mismo, en mis capacidades e, incluso, identifico y asimilo las debilidades, sucederán cosas distintas y mejores alrededor.
Tal vez deba comunicar de forma más abierta mis dudas, reflexiones y conclusiones sobre tal o cual tema, evaporando las agendas ocultas y propiciando confianza en los interlocutores para que, a su vez, ellos también dialoguen francamente y la energía que nos envuelva mueva montañas. Pero si me escondo ante la coacción o influencia negativa de los de siempre[1], no tendré derecho no ya a quejarme, sino a comer el cereal y a beber el agua que día a día, con incomprensible desprendimiento, el destino ofrece a este injusto ungido de este "inicuo mundo", que justo antes de encender la llama de la vida, "inviste" a unos y "maldice" a otros por el incomprensible hecho de "nacer en un lugar y en un tiempo determinado" (Fuente de la imagen: sxc.hu). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: aruba85 en pixabay.
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[1] Empeñados en socavar cualquier proceso de confluencia, acuerdo, avance o cambio.