Remite el tutor del querubín unas pistas para mejorar el estudio de los peques, que van desde los preliminares, procurando tener a mano todas las cosas que va a necesitar (libros, cuadernos, bolis, rotuladores…), hasta un “súper repaso” final antes de acostarse, pasando por una higiene del sitio donde se estudia, hacerlo con ganas, disponer de un plan de trabajo, estudiar con tranquilidad y silencio, con papel y bolígrafo, para hacer esquemas y tomar notas o apuntes, subrayando las cosas importantes, al acabar de estudiar cada materia repasar mentalmente, sprint final, volviendo a repasar todo lo que se ha estudiado de cada asignatura, para refrescar la memoria… Está bien que a los locos bajitos y a sus padres y tutores se les inculque esas pautas de conductas para aprovechar al máximo el tiempo.
Mientras leía la larga lista, pensaba “Con tanto estudio después de clase ¿Cuándo juega? Y si jugando el niño es como más y mejor aprende ¿Dónde está el fomento del juego en el sistema educacional?" Ya Montaigne hace varios siglos califico al juego como “algo muy serio”. Piaget lo definió como un fin en sí mismo, impregnado de ingenuidad, espontaneidad, goce y estimulación. El juego caracteriza al querubín, es su actividad natural, desarrollando su capacidad intelectual, constituyendo una invalorable fuente de placer y de disfrute de la vida. Así que, si jugando se aprende, vamos a influir en nuestro entorno educativo para que se propicie más el aprendizaje a través de juego, a ver si de esta forma, con la excusa de esa técnica, en el peor de los escenarios el peque dispusiera al menos cinco minutos al día para jugar (Fuente de las imágenes: sxc.hu).