martes, 24 de junio de 2014

¿Del lado del más débil?

Fuente de la imagen: Clker-Free-Vector-Images en pixabay
Hace unos meses, en una clase magistral, 
Andrea explicaba los principios jurídicos que informan todo Estado de Derecho que se precie, esto es: la soberanía popular, la teoría de la división de poderes, el principio de legalidad y el reconocimiento de los derechos subjetivos. Me paro esta mañana a refrescar la parte histórica de la disertación, cuando apuntaba la reacción frente al absolutismo donde las constituciones democráticas atribuyeron la soberanía popular al pueblo, con lo de libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad y pluralismo político. Otro aspecto de la historia es el referente al inglés Locke y su inacabada diferenciación de tres poderes: legislativo, ejecutivo y federativo (recogido en sus "Tratados sobre el gobierno civil"), considerado este último como el poder exterior que correspondía, junto con el ejecutivo, al rey, siendo el legislativo el poder atribuido al parlamento. Escribo “inacabada” porque no encajaba mucho que dos poderes confluyeran en el rey. Tuvo que llegar Montesquieu y su “Espíritu de las Leyes”, para mejorar sustancialmente la propuesta de Locke, distinguiendo tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

La esencia del planteamiento del ilustrado francés, a diferencia del empirista y liberalista inglés que cifraba su enfoque en una mera distinción funcional, se encuentra en el postulado básico de que cada función o poder debe corresponder a un titular distinto, debido a que[1] es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder, tiende a su abuso, con lo cual tiene que haber más de un solo poder y deben ser tres, porque uno termina por devorar a todos los demás, dos se enfrentan y tres mantienen el equilibrio, ya que si los otros dos luchan, el tercero, igualmente interesado en mantener el orden, se afiliará del lado del más débil. La diferencia entre el marco institucional planteado por Montesquieu y la realidad actual en mi país es que, si bien tenemos tres poderes y dejando a un lado la fórmula de elección de dos de ellos[2], por el juego de los partidos políticos institucionales[3], dos de los poderes son cuasi lo mismo[4] y cuando hay conflictos internos o externos, en vez de un poder afiliarse al otro poder más débil, sucede lo contrario, o todos a una, como Fuenteovejuna, pero a favor del poder por el poder. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Clker-Free-Vector-Images en pixabay.
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[1] según relata en su obra referenciada.
[2] Ejecutivo y judicial.
[3] O de casta, concepto puesto de moda por corrientes políticas nuevas como "Podemos".
[4] Ejecutivo y legislativo.