miércoles, 4 de junio de 2014

Como prefieras

Fuente de la imagen: vkhima en pixabay
Parece que últimamente el término “casta” es hit parade en mi país, puesto de moda por el líder de “Podemos”
[1], Pablo Iglesias[2]. Pero no tengo claro si se está usando correctamente o no, salvo que lo utilice en plan metafórico. Me explico. Para Anthony Giddens[3], si bien casta se asocia con las culturas del subcontinente indio, el concepto no es indio, sino que procede del portugués casta, que significa "raza" o "stirpe pura". Entendido como forma de gradación social a la que se pertenece vía nacimiento, se identifica por ser un régimen consistente, estricto y quieto. Descubro la definición que Giddens[4] hace de casta, como sistema social en el que el estatus personal se adjudica de por vida; en las sociedades organizadas por castas los diferentes estratos son cerrados y el individuo debe permanecer en el estrato social en el que nació. Las sociedades de castas pueden verse como sociedad de clase en la que se adquiere clase social con el nacimiento. Los sistemas de castas rechazan las relaciones estrechas con miembros de otras castas. Hace diez años, referenciaba en este sitio las clases de mi profesor de Sociología de primero de Empresariales, el Sr. Esparza, y sus reflexiones sobre la élite y la masa.  El diccionario Wordreference[5], define élite como minoría selecta y destacada en un ámbito social o en una actividad, descripción que coincide con la del Diccionario de la Real Academia de la Lengua[6]: minoría selecta o rectora. 

La creciente diferenciación de la sociedad consecuencia de los distintos estadios de poder (financiero, político…), posibilita la cohabitación de distintas élites, puesto que en el fondo todas buscan un mismo objetivo: preservar a sus integrantes de la masa, lo que, indudablemente, genera una integración vertical mínima, por no decir nula. Por lo anterior, creo que el concepto más adecuado para definir a los que manejan el cotarro financiero y político en mi país sería el de “élite”, en vez de “casta”. Pero, claro, sobre gustos no hay nada escrito y bien es verdad que parece que el uso continuado y machacón en los mítines, comunicados, tertulias y entrevistas, de “casta”, está consiguiendo el fin perseguido por sus emisores o promotores. No hace mucho te escribía sobre lo que en un arrebato catalogué como “elitismo beligerante”[7], con el lema “todo para la élite a costa del pueblo”, porque realmente no estamos sufriendo una crisis, sino una nueva, descomunal y silenciosa guerra, de unos pocos contra el resto, donde se está exterminando todo lo conseguido por la Humanidad en las etapas predecesoras, sobre todo en lo que a los derechos fundamentales se refiere, desapareciendo las clases medias y volviendo a sistemas de miedo y terror ancestrales que creíamos inhumados en la lejanía de los tiempos. 

Respecto al concepto “masa” irremediablemente hay que nombrar al premio Nobel de literatura Elias Canetti[8] y su tratado “Masa y poder”, escrito en 1960, donde aborda el tema de la relación entre los diversos tipos de "masa" y las estrategias de control y poder mediante las cuales los gobernantes y líderes políticos pueden dirigir a dichas masas. Canetti piensa que en el interior de la masa siempre reina la igualdad, porque las diferencias entre los individuos se diluyen en "pos" de la fuerza común. También, la masa ama la densidad, como proximidad anímica y puramente física de los individuos sin importar el "quién" particular de cada uno de ellos. Finalmente, y aquí es dónde se aprovecha la élite para mantener su estatus vital, la masa necesita una dirección puesto que está en movimiento y se mueve hacia algo[9]. La élite o casta, como prefieras, aprovecha esa necesidad de liderazgo, también catalogado como sentimiento de orfandad y necesidad paternal, para ¿dirigir?, mejor manipular, ningunear, robar y ahogar (como fases previas a otras más graves, si se diera el caso), conforme a la defensa a ultranza de sus intereses elitistas. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: vkhima en  pixabay.