Fuente de la imagen: geralt en pixabay |
No digo que
tengamos que ser proactivos en la comunicación, ofrecer unos minutos de
cortesía en el comienzo de una reunión o practicar cierta empatía respirando
dos veces cuando alguien pierde los nervios. Pero no sólo con el jefe, sino con
el resto del equipo, grupo de trabajo o empresa en la que laboremos, por no
enumerar a clientes, proveedores… Cierto que en algún momento podemos encontrarnos con
responsables o coordinadores desagradables, intimidadores, desorganizados o
incomunicadores. Pero de ahí a que tengamos que diseñar una estrategia de
relaciones con él, hay un trecho. El problema es suyo y desde luego que con
este tipo de perfiles el negocio no irá a ninguna parte.
Una cosa es dar apoyo
en momentos sensibles y otra muy distinta, proteger o aguantar a un
despreciable individuo. De acuerdo, con la actual situación económica y social que padecemos en mi país (España), no está el horno para los bollos que pretendo ofrecerte. Sé que es muy fácil escribirlo y luego no tan fácil si
no tengo otro trabajo y mi familia depende del precario salario que recibo,
pero entonces la estrategia no es la que Flaxington propone, sino la de buscar
otro proyecto empresarial, profesional, institucional o laboral y, mientras llega ese momento, aguanta siempre que no te falten el respeto o no vulneren tus derechos fundamentales (Fuente de la imagen: "En el fragor de la batalla"). Imagen incorporada con posterioridad; fuente: geralt en pixabay.
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[1] Beverly Flaxington. 8 Ways to Manage Your Boss. Thought leaders. 2013. Sitio visitado el 04/05/2014.