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Reconozco que puede empezar a hartar tanto texto de este descomunal despropósito social y económico, pero puntualizar que de aquellos polvos surgen los lodos que están publicando los medios de comunicación en mi país (Formación en la Comunidad de Madrid, CCOO, UGT, Organizaciones Empresariales…), que más que barro diría punta del inmenso iceberg que presiento se ha ido conformando, al menos, desde principios de la década de los noventa del siglo pasado.
Vía Ricardo, ayer llegué al post de Florentino Felgueroso en fedeablogs, “Formación para el empleo: chiringuitos varios y crecimiento económico”[2], donde se analiza una de las relaciones sobre las que siempre he tenido la mosca detrás de la oreja (a la reseña de textos recogida en el primer párrafo, añado “Formación vs baja productividad”), en el sentido que el problema de la baja productividad de los españolitos de a pie no es culpa de ellos, sino del mal uso que se ha hecho de los fondos estructurales europeos asignados a la formación para el empleo y a la formación continua.
Apunta Felgueroso la clara correlación positiva entre la productividad por hora trabajada y la extensión de la formación continua en la empresa, la tasa de intensidad y el gasto en formación, pero esta formación para el empleo no deja de ser un tipo de capital humano más. Coincido con el autor en su mantra final: “Contra los chiringuitos, más transparencia y evaluación”, es decir, si los cursos no son eficaces habrá que mejorarlos, no sólo fiscalizando aún más para que no se cometan más fraudes, también evaluando su eficacia, pero añado el ruego en plan metáfora: que no se ponga al zorro en el gallinero para fiscalizar a las gallinas. Sí, Florentino, pero a estas alturas, fiscalización seria lo primero, porque de castaño a oscuro se pasó hace bastante tiempo.
Me consta que, al menos en mi ámbito territorial de actuación (Andalucía), la administración pública está verificando los expedientes de subvención de los centros de formación, trabajo que, en algunos casos, debería haberse realizado en el momento de presentar las facturas y los pagos. Pero, claro, como me decía hace unas semanas un técnico en la capital del reino, parece que se aplica erróneamente la técnica 20/80 (ver post "La lucha contra el fraude"[3]), es decir, entendí que el ochenta por ciento de la fuerza fiscalizadora de la administración se dedica ahora a verificar el veinte por ciento de las subvenciones, que coinciden con entidades solicitantes y promotoras pequeñas (centros de formación no reglada y otros entes de reducido tamaño).
Debí entender mal, porque si eso fuera así, la revisión de la justificación económica (no ya técnica) del ochenta por ciento de los fondos, asignados a las organizaciones empresariales y sindicales de importancia (en Andalucía: UGT, CCOO, CEA y sus respectivas organizaciones provinciales o sectoriales), según consta en los boletines oficiales, presuntamente sólo tendrían asignados el veinte por ciento de la capacidad fiscalizadora. Termino con la frase atribuida a Chiquito de la Calzada: ¿Te da cuen? (fuente del dibujo: post ¿Sigo indagando?[4]).
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Formación vs Fermentación (2006), Lo relativo y lo obvio (2006), ¿Más ayuda para la formación? (2007) Universos paralelos (2013), Paquita la Peluquera (2012). Formación vs baja productividad (2007). Sitios visitados el 17/03/2014.
[2] Felgueroso, Florentino. Formación para el empleo: chiringuitos varios y crecimiento económico. Fedeablogs. 2014. Sitio visitado el 17/03/2014.
[3] Velasco Carretero, Manuel. La lucha contra el fraude. 2006. Sitio visitado el 17/03/2014.
[4] Velasco Carretero, Manuel. ¿Sigo indagando? 2006. Sitio visitado el 17/03/2014.