Fuente del esquema: elaboración propia |
Hace un tiempo no muy lejano, después de analizar el
completo perfil profesional del usuario de una de las redes sociales
virtuales en las que estoy integrado,
acepté su demanda de contacto. A los pocos días, me remite un
atento netmail solicitándome la dirección de correo electrónico para enviarme
su curriculum vitae. A la vista de la extensa información contenida en su contorno
virtual, le trasladé que por el momento era suficiente. Cierto que para la búsqueda activa de empleo
hoy, lo fundamental es “enfatizar elevado al cubo” (Enf3), pero
tengo que saber qué información inserto en aquellas redes sociales virtuales
profesionales, que se convierten en portafolio de uno mismo (contenido del currículo
tradicional + proyectos + social media + referencias +…), y qué es lo que queda para enviar posteriormente (probablemente, justificación documental y
poco más).
Lo que aporta valor a ese historial profesional insertado en
el perfil virtual, es el networking que haya realizado en la Red a lo largo
de toda la vida laboral. Por tanto, si estoy en búsqueda activa, debo
interactuar proactivamente; pero si estoy empleado, también, porque esa actividad
relacional me viene como anillo al dedo para mi labor y me vendrá bien mañana para el trabajo
que desarrolle o para la búsqueda o alternancia de empleo que promueva. Así que, por muy buen puesto directivo en las
altas esferas que disfrute, no debo descuidar las redes profesionales virtuales
en las que estoy integrado, desde el lógico seguimiento pasivo, hasta la
participación en temas que considere interesantes o, lo más básico, atender un
correo interno o aceptar o denegar una solicitud de contacto. De esta forma, estaré resaltando aquellas cualidades que
difícilmente pueden detectarse en el curriculum, historial profesional, carta
de presentación, tarjeta de visita, entrevista de selección o reunión con un
potencial cliente.
Finalmente, termino con la frase de atribuida erróneamente a Alonso Quijano en El Quijote[1], “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”[2], en el sentido que debo tener en cuenta que,
como en la realidad física, de esa continua participación proactiva en
Internet, si soy sincero y no pretendo aparentar lo que no soy, también se percibirán
mis tonterías y desajustes, pero ese conocimiento de lo que todavía tengo que
superar o mejorar, será positivo, puesto
que, exceptuando a los don o doña perfectos, la persona que esté libre de su otra fuerza fundamental opuesta, que tire la primera piedra. Así que si me critican reactivamente, será síntoma que cabalgo en lo virtual o, lo que es lo mismo, transito proactivamente por la Vida misma (Fuente de la imagen: diagrama que acompaña al post "Tipo barras"[3]).
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[1] Cervantes Saavedra, Miguel. "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". Ed. Juan de la Cuesta. 1605.
[2] Frase erróneamente a Alonso Quijano, pero que proviene de Goethe y su poema "El Labrador": Cabalgamos por el mundo en busca de mejor fortuna y placeres, pero siempre atrás nos ladran, ladran con fuerza. Parece que quisieran los perros del potrero por siempre acompañarnos, pro sus estridentes ladridos solamente es señal de que cabalgamos. A su vez, parece que Goethe se inspiró en proverbios árabes.
[3] Velasco Carretero, Manuel. Tipo barras. 2013. Sitio visitado el 13/03/2014.