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Corrían los años de mi adolescencia, finales de los setenta, principios de los ochenta del siglo pasado, entre inseguridades y otros menoscabos propios de la edad, transitando por la calle La Bola (C/Espinel) de Ronda (Málaga, España), camino de “Los Billares”, donde junto a Vázquez, Vera, Turri, Melgar, Visca… quemábamos las horas jugando al billar y, sobre todo, al futbolín. Recuerdo las habilidades de Turri desde la portería, los días buenos de Vázquez, la frialdad de Visca, el corazón de Vera o el humor de Melgar.
Supongo que aquella costumbre, si bien nos quitaba tiempo de estudio y de abonar otras relaciones sociales, nos apartó de peligros que acechaban a la juventud de entonces, carne de cañón de la droga y otras sustancias psicotrópicas (se decía que el pueblo era un nudo nacional muy importante en el tráfico de estupefacientes). Desde aquí, un fuerte abrazo a aquellos amigos que me ayudaron a superar mis miedos y tonterías.