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En el post “Singularidad del progreso”[1] te referenciaba el
estudio sobre las derivaciones del progreso de la tecnología incorporada a los
productos desde la década de los ochenta del siglo pasado. En “Hora de despertar”[2] linkeaba un vídeo donde, entre otros temas, se hablaba sobre la
obsolescencia programada. Te refresco esas
referencias porque sorprendido se quedó ayer mi interlocutor cuando le dije que
el teléfono móvil iba camino de cuatro años de funcionamiento. ¡Pero si utilizo menos del cuarenta por ciento de los
comandos del menú![3]. Existen innovadoras
opciones en el móvil, como Facetime para videollamadas, que las he empezado a
utilizar recientemente. Creo que por mucha innovación que realicen los
creadores, diseñadores… sólo tendrán éxito aquéllas que verdaderamente sean
adoptadas por los usuarios.
Por tanto, cabe pensar que debo ser fuente de inspiración
de los genios creadores ¿No? y, sobre todo, ratón de laboratorio de esos
instrumentos tecnológicos esgrimidos sin mi permiso para revelar, esbozar y tantear
nuevos ingenios. Ya que no me queda otra alternativa, en vez de carne de cañón
de las operadoras (porque ya tiré hace años el uniforme de cliente), voy a
considerarme el señor socio del área de invención o creación. Tonterías aparte, en vez de tanta
sofisticación y manipulación con artificiosas necesidades, en lo que deberían
trabajar estos diseñadores de tecnología es en la búsqueda de productos
sencillos, naturales, convincentes y seguros. Te dejo una instantánea de la primera pantalla de mi teléfono móvil.
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[1] Velasco Carretero, Manuel. Singularidad del progreso. 2010. Sitio visitado el 18/07/2013.
[2] Velasco Carretero, Manuel. Hora de despertar. 2011. Sitio visitado el 18/07/2013.
[3] Y ya soy generoso con el porcentaje.