Fuente de la imagen: Peggy_Marco en pixabay |
Antes de escribirte el post, me he leído el artículo de
Javier Sampedro en El País, “Usted puede ser un narciso”[2], donde cuenta que neurólogos
de Berlín asocian el trastorno egótico al déficit de neuronas en el cerebro
emocional. El texto me ha recordado el perfil de algunos personajes que he
conocido en mi vida profesional y a los que directa o discrecionalmente tenían
asignado el mote “Narciso” (alguno, incluso, se reía de su sambenito). Antes de
preguntar Sampedro si siento sudores fríos, escribe la definición estándar de
la Asociación Americana de Psiquiatría, en el sentido que el narcisista se
caracteriza por muestras ubicuas de grandiosidad, necesidad de admiración y
falta de empatía, persona absorta en sí misma, convencida de su propia
importancia más allá de toda duda razonable y con una necesidad patológica de
recibir muestras de admiración y toda clase de atenciones de los demás. Tendré
que trabajar más esa ínsula cerebral en la que dicen los científicos se
encuentra mi egolatría, pero también la empatía, atenuando la primera e incentivando el
desarrollo de la segunda. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: Peggy_Marco en pixabay.
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[1] Gantz, Timothy Early Greek Myth. Baltimore: Johns Hopkins University Press. 1993.[2] Sampedro, Javier. Usted puede ser un narciso. El País. 2013. Sitio visitado el 29/06/2013.